Está presente, al igual que Aquiles y su padre, cuando Néstor acude a la corte de Peleo con el fin de reclutar guerreros para la expedición contra Troya; es invitado al mismo tiempo que el Pelida Aquiles y acepta.
Además, sirve de mensajero a Aquiles, que lo envía a Néstor, en el canto XI, en busca de noticias sobre la identidad del herido que ha sido llevado al campamento aqueo.
Cuando, encolerizado, Aquiles se encierra en su tienda tras haber discutido con Agamenón, Patroclo cesa igualmente de combatir.
El Pelida ofrece luego a los griegos un festín en honor de Patroclo, al final del cual se le aparece el muerto y le suplica que queme su cadáver lo antes posible.
A la mañana siguiente, Aquiles ordena construir una pira funeraria para Patroclo, se corta un mechón de la cabellera y sacrifica bueyes, corderos, perros y caballos, así como a doce jóvenes nobles de Troya.
Huyó, junto con su padre, y fue recogido por Peleo, que le dio por compañero a su hijo Aquiles.
Todos estos elementos permiten suponer que el personaje de Patroclo no es una invención homérica.
En este caso, no pretenden saber si Patroclo y Aquiles eran amigos o amantes, sino por qué Homero se muestra reservado sobre dicha relación, y si Patroclo era el erómeno de Aquiles o viceversa.
En su obra Contra Timarco, el orador ateniense Esquines declara lo siguiente: Eso a pesar de que en el canto IX de la Iliada (versos 663-668) se presenta a Aquiles y Patroclo durmiendo cada uno con una mujer, Aquiles con Diomede y Patroclo con Ifis, mujer que por cierto, el propio Aquiles entregó a Patroclo.
Tras haber matado a Sarpedón, Patroclo sigue sus impulsos y decide atacar la mismísima Troya.
Este último continúa abriendo una mortífera brecha matando a Adrasto, Antónoo, Equeclo, Périmo Mégada, Epístor, Melanipo, Elaso, Mulio y Pilartes.
Tanto en un caso como en otro, una larga batalla de un día entero tiene lugar junto a sus cuerpos, que son protegidos por Áyax.
Por último, los juegos funerarios organizados por Aquiles en honor de Patroclo sorprenden por su magnitud, que es desproporcionada a su linaje.
Aquiles, enfurecido, decide vengar su muerte y desafía al etíope a un duelo, episodio comparable punto por punto a la muerte de Patroclo y la posterior venganza de Aquiles.