[3] Cirene se convirtió pronto en la ciudad principal de la región libia comprendida entre Egipto y Cartago, aumentando las relaciones comerciales con todas las ciudades griegas.
El declive de su prosperidad se debió a disputas entre sus propios reyes en el siglo V a. C. La colaboración con los libios fue intensa y produjo una mezcla importante.
Su hermano Learco lo mató y se proclamó rey, pero Bato III consiguió restaurar la línea legítima.
Los griegos de Cirene, bajo instrucciones del oráculo de Delfos, pidieron ayuda a Démonax de Mantinea que llegó a Cirene y estableció una nueva constitución que quitó el poder a los reyes dejándolos como figuras representativas, con funciones religiosas, pero conservando sus dominios privados; el poder político limitado a los descendientes de los colonos originales, fue ampliado al resto del pueblo griego, que fue dividido en tres tribus: una de ellas estaba formada por los tereos (con la clase baja libia agregada), otra por los peloponesios y los cretenses y la tercera por los demás isleños.
Arcesilao consideró que había roto las instrucciones del oráculo de Delfos, que le habían recomendado moderación en la victoria, y para cumplir los deseos divinos se retiró a Barca, gobernada por su suegro Alazir, pero en esta ciudad unos exiliados de Cirene, ayudados por un partido local, mataron a Arcesilao y a Alazir en la plaza del mercado.
Feretima, la madre de Arcesilao, en venganza, pidió ayuda a Ariandes, sátrapa persa de Egipto (nombrado por Cambises II y que conservó el cargo bajo Darío I).
El sátrapa reunió un fuerte ejército y una flota y envió una embajada a Barca preguntando quién o quiénes habían sido los asesinos, pero la gente de Barca asumió colectivamente la responsabilidad.
Arcesilao quiso destruir a la nobleza local y basar su apoyo en un ejército mercenario.
Cuando murió se proclamó la república y su hijo, Bato V, huyó a Hespérides donde fue asesinado y su cabeza tirada al mar como símbolo de la extinción de la dinastía (hacia el 450 a. C.).
En el año 20 a. C. Se convirtió en una provincia «senadada» que contaba con un consejo especial, como la provincia de África vecina por el oeste, y a diferencia del propio Egipto, que estaba directamente subordinado a la corona imperial romana.
Ibn Jaldún [6]Cirene estuvo deshabitada durante siglos ya que había quedado fuera de las rutas comerciales del Mar Mediterráneo, por lo que acabó desapareciendo del mapa antiguo.