La proximidad del rey leonés Fernando II, aliado de los Castro, al lugar donde los Lara custodiaban al futuro Alfonso VIII hizo que estos lo trasladaran a Soria.
El enlace real se celebró en la ciudad aragonesa de Tarazona.
Su primer objetivo como monarca fue recuperar los territorios perdidos durante su minoría de edad.
Desde esta plaza inició una ofensiva contra los musulmanes que culminó con la reconquista de Cuenca en 1177.
Provisto de una profunda visión política, cerró una alianza con todos los reinos peninsulares cristianos –a la sazón, Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón– para proseguir ordenadamente conquistando las tierras ocupadas por los almohades.
Ambos monarcas firman un pacto de buena voluntad que Alfonso VIII pronto romperá para, aprovechando la debilidad del nuevo rey leonés en su propio reino, invadir León y hacerse con varias poblaciones, entre las que destacan Valencia de Don Juan y Valderas.
Un año más tarde, lograba lo propio en la plaza de Alcaraz, consolidando el poder castellano en toda la submeseta sur o meseta manchega.
El matrimonio se efectuó cuando los contrayentes tenían 14 y 10 años, respectivamente.
La pareja tuvo diez hijos de los que quede constancia documental, aunque es probable la existencia de otros hijos no documentados sobre todo dado que hay años en los cuales no se recoge ningún nacimiento teniendo en cuenta que los nacimientos de la pareja se produce cada poco tiempo.
[13][14] La aparición de restos óseos en las tumbas reales pueden avalar esa tesis, en concreto al menos dos.