Tratado de Tordehumos

Tras la defunción del rey Fernando II de León, acaecida en 1188, y la posterior subida al trono leonés de Alfonso IX de León, Alfonso VIII de Castilla invadió el reino de León y se apoderó de varias fortalezas, que desde ese momento le fueron reclamadas por el soberano leonés a su homólogo castellano.

En 1191 Sancho I el Poblador, rey de Portugal, propuso al rey aragonés un pacto para hacer frente al reino de Castilla.

En el tratado de Tordehumos se acordó que el rey de Castilla devolvería al monarca leonés las fortalezas que había ocupado durante la guerra entre ambos reinos, y que eran los castillos de Alba, Luna y Portilla.

Así mismo el legado ordenaba una pesquisa a Santervás de Campos para averiguar si anteriormente había dependido del castillo de Melgar, si hubiera dependido del castillo de Melgar, Santervás continuaría en poder el rey de Castilla, en caso contrario sería entregado al rey de León.

Además, se dispuso que en caso de conflicto se recurriría al arbitraje de la Santa Sede.