En el siglo XIX y principios del XX se distinguió por su lucha contra el bandolerismo, sobre todo en Andalucía.
En la segunda mitad del siglo XX creó una serie de unidades especializadas para una mayor efectividad en la lucha contra el crimen.
Finalmente, este proyecto no se llevó a cabo y tuvo que marcharse al exilio con su hijo, Francisco Javier Girón Ezpeleta, en 1822.
[2] En noviembre de 1843 el presidente del gobierno, Salustiano Olózaga, consideró que la policía de entonces no era lo suficientemente eficaz y quiso reinstaurar la Milicia Nacional, pero el proyecto no se llevó a cabo y terminó dejando el gobierno.
[9] Francisco Javier Girón Ezpeleta, II duque de Ahumada y V marqués de Las Amarillas, fue un militar isabelino que sirvió a las órdenes del general Leopoldo O'Donnell en la primera guerra carlista, contra el general Ramón Cabrera.
Basándose en ellos, el duque de Ahumada estableció aquel año doce tercios con las siguientes capitales: Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, La Coruña, Zaragoza, Granada, Oviedo, Cáceres, Pamplona, Burgos y Vitoria.
[36] En noviembre el teniente general Martín Zurbano se sublevó a favor de Espartero en Nájera.
El teniente general Manuel Gutiérrez de la Concha organizó la resistencia gubernamental con pequeñas columnas dirigidas por guardias civiles.
En menos de un mes, Solís capituló en Orense y Rubín se marchó a Portugal.
Los rebeldes tomaron el pueblo y exigieron que la Guardia Civil del puesto se les uniese.
[59] Probada la eficacia de la Guardia Civil para combatir rebeliones, Narváez decidió que la capital contase con 4000 agentes.
Esto le dio a Narváez fama internacional, ya que las revoluciones de 1848 habían causado en otros países muchos más problemas.
Los sublevados huyeron a Sanlúcar la Mayor, donde capturaron y desarmaron al destacamento de la Guardia Civil comandado por Francisco Lasso.
Los primeros alumnos fueron doce, hijos de huérfanos o heridos que ya no podían prestar servicio.
[68] El capitán Buceta, aliado de Leopoldo O'Donell, tomó Cuenca con sus tropas y las autoridades abandonaron la ciudad considerando inútil cualquier resistencia.
Tras esto, los sublevados se dirigieron al Palacio Real, que fue defendido por 500 hombres del duque de Ahumada.
El rector, Juan Manuel Pérez de Montalbán, se negó a cesarle y fue expulsado.
Estas fueron dispersadas, por orden del ministro de la Gobernación, Luis González Bravo, por la Guardia Civil Veterana.
Otros milicianos se atrincheraron en Cádiz, donde fueron derrotados por la Guardia Civil tras ocho días de combates.
[87] En la tercera guerra carlista (1872-1876), la Guardia Civil estuvo en el Ejército del Norte, en primera línea de batalla, luchando contra los insurrectos.
[97] En 1903 hubo disturbios sociales en Salamanca, Madrid, Asturias, Jumilla y Almería, que provocaron enfrentamientos con esta fuerza del orden.
El bandolero Francisco Ríos González, apodado el «Pernales», llevó a cabo sus crímenes en las provincias de Córdoba y Sevilla.
Los más agresivos se retiraron a Poble Nou, donde al entrar los guardias civiles, encontraron que las terrazas estaban llenas de francotiradores.
En esta batalla murió el teniente del Cuerpo Daniel Gabaldón y fueron gravemente heridos tres guardias civiles.
[105] En 1920, los agentes Cristóbal Ortega Rojas y Eduardo Guzmán Gamero fueron asesinados por el clan de los «Tartajas» cuando los llevaban presos por diversos robos.
Uno apareció muerto, la Guardia Civil detuvo a tres y el quinto se entregó en la embajada de España en París.
En Valencia también se mantuvo fiel e incluso algunos mandos del cuerpo repartieron armas a los obreros.
El comandante Escobar ascendió al generalato y durante la contienda ocupó importantes puestos militares, liderando la última ofensiva republicana de la guerra.
En 1999 la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil detuvo a cuatro personas, entre ellas un policía local, como autores del secuestro.
Su cadáver fue hallado 16 meses después en una nave abandonada, donde su asesino, José Enrique Abuín Gey, alias el «Chicle», escondió el cuerpo.