[1][2][3][4] Su padre fue Leonardo della Rovere, mencionado en algunas actas notariales contemporáneas como accimator panni (cardador de paños); su madre Luchina Monleone pertenecía a una familia genovesa exiliada en 1317 y enriquecida con el comercio.
[5] Fue profesor en las universidades de Padua, Bolonia, Florencia, Siena, Perugia y Roma.
[33][34][35] Con su ascenso al pontificado, gran parte de su numerosa parentela se estableció en Roma junto a la corte pontificia; su carácter fácil y generoso, forjado en la pobreza franciscana,[36] su dificultad para rehusar las peticiones y su poco conocimiento del valor del dinero "del cual repartía a manos llenas, mientras le quedaba"[37] le llevaron a colmar a la familia mediante la concesión de beneficios eclesiásticos, alianzas matrimoniales e infeudación de lugares de la iglesia.
Paulo II había dejado una gran cantidad de joyas cuyo valor se estimó en un millón de ducados,[f] que por las capitulaciones del cónclave se destinaron a la guerra contra los turcos del sultán Mehmed II.
Todavía en 1473 partió una nueva flota al mando de Lorenzo Zane, pero no pudo hacer mucho por haber sido derrotado su aliado Uzún Hasán.
El papa quitó las finanzas de la Santa Sede a los Médici para entregarla a los Pazzi y dispuso que Lorenzo debía ser apartado del gobierno de Florencia.
En los alborotos que siguieron, los conjurados fueron linchados por la muchedumbre o ahorcados por la justicia florentina.
En diciembre pontificios y napolitanos firmaron un tratado de paz, pero Venecia se negó a aceptarlo, deseando todavía ampliar su territorio con el de Ferrara, y la guerra prosiguió, esta vez con todos los participantes, incluido el papa, aliados contra Venecia.
El consistorio convocado para el 11 de agosto tuvo que suspenderse, y en la madrugada del 12 murió.
Como patrocinador cívico en Roma, según afirma el historiador laico Stefano Infessura, Sixto IV debe ser admirado.
La Capilla Sixtina fue construida bajo su pontificado, junto con el Puente Sixtino –el primer puente, desde la antigüedad, que cruzaba el Tíber, que permitía una mejor integración del Vaticano con el corazón de la antigua Roma–.
Durante su pontificado, Sixto IV canonizó a Buenaventura de Fidanza (1482).
Al morir Sixto IV, el cónclave de cardenales que se reunió para elegir su sucesor sumaba treinta y dos integrantes, un número mayor que el de cualquier otro desde el final del siglo XII.