Orígenes de la Inquisición española

En los reinos cristianos de la península ibérica existió durante la Edad Media la inquisición episcopal, así llamada porque la jurisdicción sobre la herejía, el "crimen" eclesiástico convertido en delito público más importante, correspondía a los obispos quienes condenaban a los herejes con la expulsión de la diócesis o con la excomunión, aunque la Iglesia apeló constantemente a los tribunales seculares para que también la persiguiera, teniendo en cuenta la prohibición establecida por el derecho canónico de que los tribunales eclesiásticos dictaran condenas que supusieran el derramamiento de sangre.

[1]​ En 1184 el papa Lucio III extendió la inquisición episcopal a toda la cristiandad occidental, castigando a los herejes con el destierro y la confiscación de bienes, sin que se admitiera todavía la pena de muerte.

El propio rey ordenó marcarlos con hierros al rojo vivo, y una crónica habla de que «enforcó muchos home e coció en calderas».

[4]​ En el resto de reinos cristianos peninsulares sí se estableció la inquisición pontificia.

Entre otras prescripciones en el edicto se establecía que «nadie tenga en romance los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, sino que en el término de ocho días los entregue al obispo de su diócesis para ser quemados».

En algunos casos se llegaron a exhumar cadáveres de supuestos herejes para ser quemados.

[9]​ Henry Kamen, por su parte, afirma que «las comunidades de cristianos, judíos y musulmanes nunca habían vivido en pie de igualdad; la llamada convivencia fue siempre una relación entre desiguales»[10]​ En los reinos cristianos, destaca Kamen, tanto judíos como musulmanes era tratados «con desprecio» y las tres comunidades «vivían existencias separadas».

[…] [La gente] se cree víctima de una maldición, castigada por pecados que habría cometido.

[15]​[16]​ Desde Sevilla la violencia antijudía se extiende por Andalucía y luego pasa a Castilla.

Como muchos de ellos lo había hecho a la fuerza siempre fueron mirados con desconfianza por los que se llamarán a sí mismos cristianos viejos[22]​ En el siglo XV las posiciones abandonadas por los judíos son ocupadas en su mayoría por los conversos, que se concentran allí donde habían florecido las comunidades judías antes de 1391.

Por ejemplo, en Burgos son los conversos los que dominan el gran comercio internacional de la lana.

Además los conversos al ser cristianos pueden acceder a oficios y profesiones que antes estaban prohibidas a los judíos, y son bastantes los que ocupan cargos públicos —en ciudades como Burgos, Toledo, Segovia, Cuenca o Guadalajara los conversos eran muy influyentes en los consejos municipales—[23]​ y algunos ingresan en el clero llegando a ser canónigos o priores.

En Palencia una crónica habla de que en 1465 «entre los cristianos viejos e los conversos abía abido grandes bandos».

En cambio el rey Juan II de Castilla pidió al papa que revocara la excomunión y confirmó la Sentencia-Estatuto.

Pero el rey Fernando impuso su criterio y los reyes se dirigieron al papa Sixto IV para que les autorizara a nombrar inquisidores en sus reinos, lo que el papa les concedió por la bula Exigit sincerae devotionis del 1 de noviembre de 1478.

[38]​ Henry Kamen, por su parte, afirma que la decisión la tomaron el rey y la reina conjuntamente después de recibir un informe —en cuya redacción participó Tomás de Torquemada prior del convento dominico de Segovia— en el que se afirmaba que los conversos continuaban practicando los ritos judíos no solo en Sevilla sino en toda Andalucía y en Castilla.

Así el cardenal Mendoza mandó redactar un catecismo que se distribuyó por todas las iglesias de la diócesis y en una carta pastoral pidió a los párrocos que se ocuparan de explicarlo a los nuevos cristianos.

Como ha señalado Joseph Pérez, tanto el cardenal Mendoza como fray Hernando de Talavera "captan muy bien la realidad del problema: muchos conversos han recibido una instrucción religiosa muy insuficiente, por no decir nula; ¿cómo se les puede exigir que practiquen una fe que no conocen, o conocen mal?

[42]​ Según explicó el rey Fernando años más tarde: No pudimos menos fazer, porque nos dixeron tantas cosas del Andaluzía.

[43]​ Henry Kamen, por su parte, pone en cuestión los motivos religiosos alegando que Fernando e Isabel "puede que fueran católicos fervientes, pero de ninguna manera se les puede considerar antisemitas o contrarios a los conversos".

Así lo relata el cronista Hernando del Pulgar, incluida la reacción de la reina:[47]​

El rey les contestó que los fueros no debían ser utilizados para proteger a los herejes y si en aquel reyno hay tan pocos hereges como dizen, tanto es de maior admiración que tengan temor de la Inquisición —dijeron sus enviados— pero como la resistencia continuó, entonces recurrió a las amenazas.

Un poco después reiteraron que la ciudad quedaría totalmente, si dita Inquisició se fahia, despoblada, destroida e perduda.

[61]​ "Los asesinos escaparon mientras los canónigos de la catedral acudían presurosos y encontraban al inquisidor agonizando".

Otro se suicidó en su celda un día antes del tormento, rompiendo una lámpara de cristal y tragándose los fragmentos; sufrió el mismo castigo, que fue infligido a su cadáver".

En las cortes reunidas en Monzón en 1510-1512 el rey Fernando se compromete a reformar la inquisición, pero en cuanto se cierran estas tras la concesión del impuesto extraordinario que había solicitado, alega que la promesa le había sido arrancada bajo coacción y no la cumple, tras conseguir que el papa Julio II le exima de su juramento.

El regente e inquisidor general, el cardenal Cisneros, se alarmó por este rumor y escribió una carta a Carlos en la que le decía que las reglas de la inquisición en jamás tendrán necesidad de reformación y será pecado mudarlas.

[69]​ "De haber sido aprobadas estas directrices, habría surgido un tribunal completamente diferente.

Entonces los miembros de las Cortes apelaron al papa León X quien les dio la razón y revocó todos los privilegios especiales concedidos a la inquisición por sus antecesores, pero cuando el rey se negó a publicar las órdenes papales y presionó al papa este dio marcha atrás.

[71]​ Las cortes de Cataluña intentaron lo mismo pero también fracasaron ante la negativa del rey a introducir cambios en la Inquisición.

Cuadro Virgen de los Reyes Católicos en el que aparece arrodillado detrás del rey Fernando el Católico, el inquisidor general Tomás de Torquemada , y arrodillado detrás de la reina el inquisidor de Aragón Pedro de Arbués .
Pastorcillos asaltando una ciudad
Matanza de judíos en Barcelona en 1391 ( Josep Segrelles , ca. 1910).
Marranos. Ceremonia secreta en España en la época de la Inquisición . Pintura de historia del artista ruso-judío Moshe Maimon , [ 21 ] ​ 1893.
El papa Sixto IV
Grabado de Pedro de Villafranca acerca del asesinato del inquisidor del reino de Aragón Pedro Arbués .
Retrato del rey Carlos I .
Adriano de Utrecht , elegido papa en 1523