La globalización o mundialización es un proceso político, económico, tecnológico, social, cultural y religioso a escala mundial que se funda en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo.
Mientras tanto, respecto a la política, los distintos gobiernos van perdiendo atribuciones en algunos ámbitos que son tomados por la sociedad civil en un fenómeno que se ha denominado sociedad red, el activismo cada vez más gira en torno a movimientos sociales y las redes sociales mientras los partidos políticos pierden su popularidad de antaño, se ha extendido la transición a la democracia contra los regímenes despóticos, y en políticas públicas destacan los esfuerzos para la transición al capitalismo en algunas de las antiguas economías dirigidas y la transición del feudalismo al capitalismo en economías subdesarrolladas de algunos países aunque con distintos grados de éxito.
En el ámbito militar surgen conflictos entre organizaciones armadas no-estatales (y transnacionales en muchos casos) y los ejércitos pertenecientes al estado (guerra contra el terrorismo, guerra contra el narcotráfico, etc), mientras las potencias que realizan intervenciones militares a otros países (usualmente a los considerados como Estado fallido) procuran ganarse a la opinión pública interna y mundial al formar coaliciones multinacionales y alegando el combate a alguna amenaza de seguridad no sin amplios debates sobre la legitimidad de los conceptos de guerra preventiva e intervención humanitaria frente al principio de no intervención y de oposición a las guerras.
Ciertos autores (como por ejemplo Guy Rocher)[1] consideran que es más adecuado en español el término mundialización, galicismo derivado de la palabra francesa mondialisation, en lugar de globalización, anglicismo procedente del inglés globalization, puesto que en español «global» no equivale a «mundial», como sí ocurre en inglés.
El economista y escritor español José Luis Sampedro, en su libro El mercado y la globalización (2002), define globalización como Esos poderes son tan fuertes que llegan a acuerdos al margen de todo control político directo de los seres humanos que afectan al empleo, la salud y la vida cotidiana de grandes sectores de la humanidad como CETA, TTIP y TISA, acuerdos que no se han publicado ni conocido ni sancionado por los que sufren sus consecuencias,[4] algo jurídicamente muy discutible.
La globalización afecta a todo el mundo y por tanto exige un derecho global que la controle, lo que revitaliza el derecho natural inherente a la especie humana y debería desacreditar definitivamente en esta esfera el demasiado prestigiado derecho positivo que esgrimen los estados nacionales para no ponerse de acuerdo en medidas beneficiosas para todos.
[8] Marshall McLuhan sostenía en 1961 que los medios de comunicación electrónicos estaban creando una aldea global.
Se crean así las bases para la aparición del keynesianismo y el Trato Nuevo.
En las siguientes décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial se vio la emergencia a la preeminencia de las «corporaciones» o empresas multinacionales, que desplazan la importancia de las empresas del capitalismo clásico que tanto Adam Smith como Karl Marx conocieron cuando formularon sus teorías.
Todo este fenómeno en políticas públicas sería conocido, especialmente por sus críticos provenientes del socialismo posguerra Fría, bajo el polisémico término de «neoliberalismo».
[14] Una organización privada que anualmente se reúne para dar su respaldo al proceso globalizador es el Foro Económico Mundial.
[16] Principalmente se compone por la globalización de producción, finanzas, mercados, tecnología, regímenes organizacionales, instituciones, corporaciones y empleo.
William R. Thompson lo ha definido como «la expansión de un sistema político global, y sus instituciones, en el que se gestionan transacciones interregionales (incluido, pero ciertamente no limitado al comercio)».
[20] Las organizaciones filantrópicas con misiones globales también están pasando a la vanguardia de los esfuerzos humanitarios.
El Instituto Hudson estima que los flujos filantrópicos privados totales hacia los países en desarrollo ascendieron a 59.000 millones de dólares en 2010.
Por ejemplo, el gobierno de Corea del Norte hace que sea muy difícil para los extranjeros ingresar al país y monitorea estrictamente sus actividades cuando lo hacen.
Ante esto, los Estados se resisten a admitir la descomposición del Estado-Nación, sobre todo por la actuación de las corporaciones o de fuerzas multinacionales o transnacionales, que llegan a ser más poderosas que los Estados donde operan.
[23] Este proceso está marcado por el consumo común de culturas que han sido difundidas por Internet, los medios culturales populares y los viajes internacionales.
La circulación de culturas permite a los individuos participar en relaciones sociales extendidas que cruzan fronteras nacionales y regionales.
La creación y expansión de tales relaciones sociales no se observa meramente a nivel material.
[26] Las religiones estuvieron entre los primeros elementos culturales en globalizarse, propagándose por la fuerza, la migración, los evangelistas, los imperialistas y los comerciantes.
Las prácticas culturales, incluida la música tradicional, pueden perderse o convertirse en una fusión de tradiciones.
Algunos argumentan que la globalización puede conducir en última instancia a la occidentalización o americanización de la cultura, donde los conceptos culturales dominantes de los países occidentales económica y políticamente poderosos se difunden y causan daño a las culturas locales.
[37] El movimiento de turistas y empresarios se abrió a lo largo del siglo pasado.
[110] Hoy en día, la aviación moderna ha hecho que el transporte de larga distancia sea rápido y asequible.
Por ejemplo, casi la mitad del presupuesto de la Unión Europea se emplea en subsidios agrícolas, en su mayoría, a las grandes empresas y granjas industrializadas que constituyen un poderoso lobby.
[59] Japón, por su parte, concedió a su sector agrícola cuarenta y siete mil millones de dólares en el 2005.