Sociedad abierta

Popper consideraba que los científicos sociales no habían comprendido el significado y naturaleza tanto del fascismo como del comunismo, debido a que esas ciencias se basaban en aproximaciones falaces a la obtención de conocimiento.

Consecuentemente, una sociedad abierta está asociada con el pluralismo religioso y cultural.

En contraste, en una sociedad abierta cada ciudadano necesita involucrarse en la práctica del criticismo, lo que demanda libertad del pensamiento y expresión, junto a un aparato legal y cultural que facilite ese ejercicio.

Totalitarismo, Dictaduras, teocracias y monarquías autocráticas son ejemplos de sociedades cerradas.

Ya hemos descrito en el segundo capítulo de este libro la forma en que este filósofo racionalizó su sentimiento de deriva, desarrollando la primera ideología antidemocrática y la primera filosofía historicista del cambio y el destino.

Sin embargo Popper no identificó la sociedad abierta con la democracia, el capitalismo o una economía de laissez-faire, sino más bien con un marco mental crítico por parte del individuo, frente al pensamiento grupal de cualquier tipo.

[13]​ Un aspecto importante en el pensamiento popperiano es la noción de que la verdad se puede perder.