Saladino

Saladino, entretanto, escaló posiciones dentro del gobierno fatimí gracias a sus victorias militares contra asaltos cruzados, además de su cercanía personal con al-Adid.

En los años siguientes, Saladino lideró incursiones contra los cruzados en Palestina, encargó la exitosa conquista de Yemen y evitó rebeliones pro fatimíes en Egipto.

Tras una lucha en los estrechos valles al sur, el ejército zenguida volvió a la ofensiva y Saladino se unió desde la retaguardia.

Imad al-Din dijo que tras un breve periodo de duelo con «opiniones enfrentadas», los emires zénguidas le eligieron y forzaron al califa a designarle.

Aunque su posición fue probablemente discutida, se suele concordar en que su historial en las campañas precedentes con su tío le daba un currículum impecable entre los emires.

Una conjura contra Saladino tuvo lugar casi inmediatamente, en 1169, centrada en el eunuco negro que servía como mayordomo del califa.

Saladino tuvo noticias del complot y ejecutó al eunuco mientras se hallaba fuera de la ciudad inspeccionando sus propiedades.

Así no solo creó un ejército más experimentado y preparado, sino que se garantizó un control personal sobre el mismo.

Sin oposición interna, se vio libre para llevar a cabo ataques contra el Reino de Jerusalén en 1170.

[43]​ Fue un momento histórico para Yemen, que por primera vez vio unidos sus hasta entonces independientes ciudades de Adén, Saná y Zabid.

[56]​[58]​ Para complicarlo todo aún más, Raimundo III de Trípoli congregó a sus fuerzas en Nahr al-Kabir cerca del territorio musulmán.

Severamente sobrepasado en número, Saladino negoció abandonar las tierras al norte de Damasco, pero no se llegó a ningún acuerdo.

El casco de su armadura le salvó y logró agarrar al asesino por la mano gracias a llevar su gambesón.

Su mayor obra pública fuera de la ciudad fue un gran puente en Guiza, que pretendía facilitar la defensa contra invasiones moras.

Los cruzados habían penetrado en el territorio de Damasco y Saladino tomó la tregua como algo que ya no tenía valor preservar.

[70]​ Saladino permitió al rey Balduino entrar en Ascalón con los Caballeros Templarios de Gaza sin tomar precauciones contra un ataque sorpresa.

Según Abu-Shama, pretendía pasar el ayuno de Ramadán en Egipto y luego realizar la peregrinación a La Meca (hajj).

[81]​ Llegó a Damasco en junio para descubrir que Farrukh-Shah había atacado Galilea, saqueando Daburiyya y tomando Habis Jaldek, fortaleza de gran importancia.

De Raqqa se movió conquistando sucesivamente al-Fudain, al-Husain, Maksim, Durain, Araban y Khabur, que le juraron lealtad.

[83]​ Mientras en Alepo, el emir zénguida de la ciudad saqueaba ciudades fieles a Saladino como Balis, Manbij, Saruj, Buzaa o al-Karzain.

Afortunadamente para Saladino, al-Adil había llevado su flota desde Fustat y Alejandría al mar Rojo bajo el mando de un mercenario armenio llamado Lu'lu.

Izz al-Din no aceptó sus términos que veía desproporcionados y Saladino en seguida puso sitio a la ciudad, muy fortificada.

Saladino intentó justificar ante el califa an-Nasir sus campañas contra Izz al-Din y le solicitó justificación legal para ocupar Mosul.

Cuando la fuerza cruzada, la mayor producida por el reino sin ayuda externa pero todavía inferior al ejército de Saladino, avanzó, los ayubís abandonaron Ain Jalut.

Los cronistas modernos suelen presentarlo como un extremista que forzó la guerra aun cuando no tenía forma posible de ganarla.

Aunque convirtió muchas de las iglesias (particularmente las latinas-romanas) en mezquitas[108]​[109]​ y mandó degradar a otras,[110]​ tomó medidas para evitar que sus soldados exaltaran los ánimos cristianos.

La primera de ellas, liderada por el emperador del Sacro Imperio, Federico I Barbarroja atravesó a pie los Balcanes y Anatolia, donde murió ahogado al cruzar un río.

Sin embargo, cuando tras arduas negociaciones se había llegado a un acuerdo, Ricardo los hizo ejecutar ante las continuas postergaciones del pago por Saladino.

De Saladino la tradición cristiana se quedó con su cortesía, sabiduría y caballerosidad, apareciendo en numerosos relatos como un gran señor que trataba con honor a sus cautivos.

Pero también fue mostrado muchas veces como el «temible líder infiel» que había expulsado a «la verdadera religión» de los Santos Lugares.

Mapa con las diversas campañas de Saladino y su tío en Egipto.
Saladin rex Aegypti de un manuscrito del siglo XV .
Estatua ecuestre de Saladino en la Ciudadela, Damasco
Representación del siglo XIX de un victorioso Saladino, obra de Gustave Doré
Tropas de Saladino, manuscrito franco, 1337
Moneda con la efigie de Saladino.
Saladino concluyó el asedio del castillo ismailí (la denominada secta de los «asesinos») de Masyaf , fortaleza de Rashid ad-Din Sinan , en circunstancias inciertas en agosto de 1176.
Saladino aseguró la protección de la rutas de las caravanas que viajaban a tierras distante.
Saladino y Guy de Lusignan después de la batalla de Hattin
Saladino y Guy de Lusignan después de la batalla de Hattin , obra de Jan Lievens en 1625.
Los cristianos de la ciudad santa desfilando delante de Saladino
La guarnición de élite de los ejércitos de Saladino durante el asedio de Acre
Tumba de Saladino, Damasco
Tumba de Saladino , cerca de la esquina noroeste de la mezquita de los Omeyas
Saladino, obra de Cristofano dell'Altissimo , antes de 1568
Estatua de Saladino en Jérusalén, delante de la ciudadela de David.