Ambas fuerzas se encontraron cerca de Seforia en un momento en que sólo estaban presentes los dos maestres de los Templarios y Hospitalarios.
Pese a los consejos de Roger de Moulins y de Raimundo de Trípoli, que sugerían refugiarse en una fortaleza —el segundo había recibido de Saladino garantías de que durante su incursión por la Baja Galilea no atacaría las fortalezas donde se hubiesen refugiado los habitantes—, Gerardo de Ridefort cabalgó hasta Nazaret, convocó a todos los templarios que encontró, y con 200 hombres, 90 de ellos templarios, y 300 jinetes auxiliares, incluidos el mariscal del Temple y el maestre del Hospital, acometió a la caballería enemiga, que en total sumaba 7.000 hombres.
El desastre fue evidente, y cuando Balián, que se había separado del grupo para visitar Samaria, alcanzó el lugar de la batalla, no halló más que cuerpos decapitados.
Sólo Ridefort y otros dos caballeros lograron salvarse; los templarios infligieron fuertes bajas a los sarracenos, pese a salir derrotados de la batalla.
Roto el pacto con Raimundo, Saladino puso sitio a la plaza, de la que tomó la ciudad baja mientras Eschiva, esposa de Raimundo –ya que este se había unido al ejército que estaba reclutando Guido de Lusignan—, se atrincheraba en la ciudadela.