Ese mismo año el papa pactaba con Francia, España y el Imperio la Liga de Cambrai para contener los avances de Venecia en el norte de Italia, pero poco después la alianza se torcía hasta dejar al papa y a los venecianos unidos contra Francia.
[19] El cardenal Pietro Isvalies, que ejercía como legado en la Romaña, había fallecido cuando iba de camino a Roma mal informado de la muerte del papa, y Julio II designó a Pompeo como su sucesor pensando que en una provincia problemática, entre los tumultos de los franceses, los Bentivoglio y los ferrarenses se necesitaría un hombre enérgico como Pompeo.
Sin embargo pronto revocó su nombramiento: su primo Fabrizio Colonna estaba casado con Inés, hermana del difunto duque de Urbino Guidobaldo de Montefeltro; tras la muerte de Guidobaldo el gobierno del ducado había pasado a su sobrino Francesco Maria della Rovere, sobrino también del papa, y si Pompeo tomaba la legación, los Colonna tendrían la facilidad de meter sus tropas en Urbino.
[20] El papa le privó del obispado y de todos sus beneficios eclesiásticos.
Murió Julio II en febrero de 1513 y Pompeo marchó con su gente sobre Roma con la intención de asaltar el palacio del cardenal Dei Monti, que ahora tenía la diócesis de Rieti, y la casa del fiscal Mariano Cuccini que había llevado el proceso criminal en que había sido condenado, pero su tío Fabrizio le convenció de que para recuperar sus derechos sería más efectivo entrar por las buenas.
[22] Fue por estas fechas que murió su hermano Girolamo en el asedio de Siena.
[23] Pasó los dos años siguientes en Roma, deleitándose entre banquetes, fiestas, jornadas de caza y funciones teatrales tan frecuentes en la corte leonina, e intervino en el Concilio de Letrán.
[24] Formaba parte del séquito papal cuando en 1515 se entrevistaron en Bolonia León X y Francisco I de Francia, y tras el encuentro acompañó al rey francés para interceder en la liberación de Prospero, que había sido hecho prisionero por los franceses ese mismo año.
Era el caso que en la primavera de 1517 se había descubierto una conspiración contra la vida de León X: el cardenal Alfonso Petrucci, «mancebo liviano y de muy poca discreción, vano y hablador, y sin ninguna manera de secreto ni recatamiento»,[25] no ocultaba su rencor para con el papa por el apoyo que éste había dado a su primo Raffaello Petrucci en las disputas por el gobierno de Siena; el papa mandó interceptar su correspondencia, y descubrió que lo que pretendía Petrucci era envenenar al pontífice valiéndose para ello del cirujano Giovanni Battista da Vercelli, que debía tratarle de su fístula.
En la conjura estuvieron envueltos en distinto grado los cardenales Sauli, Riario, Soderini y Castellesi, y ante el alto número y dignidad de los participantes involucrados, el papa decidió llevar a cabo una profunda renovación del Colegio Cardenalicio concediendo capelos a candidatos de su confianza: en el consistorio de julio del mismo año creó 31 nuevos cardenales,[n. 2] entre ellos al propio Colonna.
[34] Italia estaba sumida en la anarquía: además de las revoluciones en Urbino, la Romaña y Perugia, Franceso Maria della Rovere atacaba Siena, los Bentivoglio y Guido Rangone iban sobre Bolonia, proseguía la Guerra italiana de 1521-1526 en Lombardía, los lansquenetes de Georg Frundsberg derrotaban a los suizos en Bicocca; Prospero Colonna, el marqués de Pescara y Sforza forzaban al francés Lautrec a retirarse, Ottaviano Fregoso y Pedro Navarro se rendían en Génova, los imperiales quedaban dueños de casi todo el norte italiano, los Orsini se alzaban en armas en la Toscana y Umbría, los Colonna cavilaban cómo combatirlos, los bandidos infestaban los caminos, mientras en Roma se extendía la peste y pasaban los meses con la silla papal vacante, los franceses reclamaban la celebración de otro cónclave, se temía un nuevo Aviñón en España, se rumoreaba la muerte de Adriano, que demorado por los preparativos de la flota en Tarragona envió a Guillermo de Enckenvoirt como su procurador, se extendía el pillaje y el paganismo.
Sus intentos por conseguir una tregua entre franceses e imperiales resultaron infructuosos, y después de que el duque de Albany liderase una expedición contra Nápoles, a principios de 1525 firmaba una alianza con Francia, cosa que no sentó nada bien al emperador, que había sido su principal soporte en el ascenso al papado.
Sin provisiones ni pagas, los hombres amenazaban constantemente con amotinarse, y el de Borbón les contenía a duras penas con la esperanza del botín que produciría el saqueo de una gran ciudad.
[51][52] Pero sobre todo su principal preocupación fueron sus desavenencias con las autoridades locales por la implantación de nuevos impuestos.
La guerra contra Francia había terminado con la Paz de Cambrai, pero ahora los turcos reanudaban sus ataques contra Hungría, y se necesitaba una fuerte suma para hacerles frente; siguiendo las indicaciones de Carlos V, Colonna convocó un parlamento general en el que requirió la recaudación de 600.000 ducados; el reino ya había dado el año anterior 300.000 ducados con motivo de la coronación del emperador, y las autoridades locales pretendieron que la cantidad ya satisfecha estuviera incluida en la requerida, pero Colonna se mantuvo firme en sus exigencias.
Se rumoreó que había sido envenenado por su criado Filippetto, que podría haber actuado por encargo de algún importante personaje de Roma o de alguna mujer desairada, aunque el médico Agostino Nifo, que lo trató durante su enfermedad y se halló presente en el embalsamamiento del cuerpo, declaró no haber encontrado indicios de que así hubiera sido.
Dejó escritos algunos poemas y un libro titulado De laudibus mulierum, dedicado a su prima Vittoria Colonna, viuda del marqués de Pescara, que se conserva manuscrito en la Biblioteca Vaticana.