Moncada solicitó permiso al rey aragonés y marchó a unirse al ejército francés en la primera guerra italiana; no era una excepción, pues otros caballeros españoles como Carlos de Arellano o Juan Cervellón estaban en la misma situación.
En 1497 murió asesinado el Capitán general de la Iglesia Juan de Borgia, y su hermano César Borgia, que hasta entonces había sido cardenal, se secularizó para ocupar su lugar.
[5] La colaboración con Borgia terminó con la muerte del papa Alejandro en agosto de 1503.
Su sucesor Pío III murió también tres semanas después de su elección, y el siguiente papa Julio II maniobró desde el principio de su pontificado para que las plazas conquistadas por Borgia revirtieran a los Estados Pontificiois.
[9] Sin embargo, Moncada y los restos del grupo lograron finalmente llegar hasta él, y tuvieron una participación destacada en la batalla del Garellano, en la que fueron derrotados los franceses liderados por Ludovico II de Saluzzo.
Durante la reforma del ejército, a la compañía de don Hugo de Moncada se le otorgaron las mismas condiciones que a aquellas reclutadas en España.
Fue confirmado en el cargo tres veces por el rey Fernando, pero su arbitrariedad en la administración de justicia, la carga excesiva de impuestos a la que sometió a la isla y los abusos de la soldadesca bajo su mando motivaron su mala reputación entre el pueblo y la aristocracia: cuando en 1516 murió Fernando el Católico, los sicilianos organizaron una rebelión ante la que Moncada tuvo que huir de la isla, dejando como presidente del reino a Simone I de Ventimiglia.
Durante la jornada, Don Hugo fue herido de cierta gravedad en el rostro por una saeta.
Sale a hacerles frente y muere en combate en aguas del golfo de Salerno.