Durante ese periodo la aristocracia castellana observaba con animadversión la posición predominante que los amigos flamencos del primer rey Habsburgo alcanzaban en la corte, no viendo la presencia de Juan Manuel como ninguna garantía para la continuidad de su predominio social y político.La ausencia física de Fernando el Católico no impedía que su figura siguiera gravitando sobre los asuntos castellanos.No tuvo un peso político suficiente como para poder considerársele un valido, a semejanza de los anteriores (Álvaro de Luna, o Juan Pacheco) o los posteriores (el Duque de Lerma, ya en el siglo XVII); la figura de mayor poder en la época fue (aparte de Fernando el Católico) el Cardenal Cisneros, que ocuparía la regencia.Ostentó el señorío como su VI señor, quien falleció en 1463.Según una fuente[1] este sería el cortesano de Felipe el hermoso, pero la lejanía de la fecha hace preferir otra fuente, según la cual sería el señor de Belmonte.