En febrero los franceses invadieron el norte italiano con un ejército de 23.000 hombres (incluyendo 8500 lansquenetes), poniendo sitio a Rávena, defendida por 5.000 combatientes.
[2] Un ejército hispano-pontificio marchó a liberarla, así que el comandante francés, Gastón de Foix, dejó 2.000 hombres para mantener el asedio y salió al encuentro del enemigo.
Los aliados respondieron y por tres horas el intercambio de fuego acabó con muchas vidas.
[2] Fueron rechazados por la artillería que comandaba Alfonso I y Foix aprovechó para contraatacar.
[7] Los lansquenetes se lanzaron sobre la infantería española (incluyendo los continos) y esta empezó a retroceder ordenadamente por el río hacia Forli.