A menudo se puede predecir el curso de una fístula por las características del absceso que le antecedió.
Si la fístula es sellada y resultase infectada, se acumula pus en su interior, haciendo que reaparezca un absceso, repitiendo el proceso.
Además, los abscesos recurrentes pueden causar cierta morbilidad a corto plazo, como dolor e infección.
A la inspección se puede visualizar la apertura de la fístula, aunque puede simplemente verse la piel enrojecida o indurada y dolorosa al tacto.
En casi todos los casos la infección se trata con antibióticos y previniendo la acumulación de pus, lo que formaría un nuevo absceso.