Latín

[a]​ El latín originó un gran número de lenguas europeas, denominadas lenguas romances, como el español, francés, franco-provenzal, friulano, gallego, istriano, istrorrumano, italiano, ladino, ligur, lombardo, meglenorrumano, napolitano, occitano, piamontés, portugués, romanche, rumano, sardo, siciliano, valón, véneto, aragonés, arrumano, asturleonés, catalán, corso, emiliano-romañol y otros ya extintos, como el dalmático, panonio y el mozárabe.Hasta el día de hoy, en países como Alemania, en los Gymnasien se enseña latín o griego junto a lenguas modernas.Esto hizo del latín una lengua con muy pocas diferencias dialectales, al contrario de lo que pasó en griego.Desde el siglo II a. C., con Plauto y Terencio, hasta el año 200 d. C. con Apuleyo tenemos una forma de latín que no tiene ninguna variación sustancial.Suelen distinguirse tres tipos de influencia sociolingüística: Esta distinción, sin embargo, puede no resultar del todo operativa; por ejemplo, el etrusco pudo haber sido a la vez substrato, adstrato y superestrato en diferentes épocas.Las inscripciones etruscas muestran una tendencia a realizar como aspiradas oclusivas sordas previamente no-aspiradas, y poseía un sistema fonológico de solo cuatro timbres vocálicos /a, e, i, u/, teniendo este último una cualidad entre [o] y [u] que habría influido en la tendencia del latín a cerrar algunas /*o/ en [u].Durante un tiempo, Roma tuvo importantes contingentes de población de origen etrusco, por lo que el etrusco fue tanto una lengua substrato como una lengua superestrato, al menos durante el período que abarca la monarquía romana y, en menor medida, la república romana.Por otra parte, si bien desde antiguo los romanos tenían contactos con pueblos germánicos no existen fenómenos de influencia léxica en latín clásico.[8]​ Esta entrada masiva de helenismos no se limitó a la literatura, las ciencias o las artes.El género neutro se vuelve masculino, por ejemplo: baculum (báculo), corpus (cuerpo), damnum (daño), frigus (frío), cor (corazón).En la cancillería del rey, en la liturgia de la Iglesia católica o en los libros escritos en los monasterios, la única lengua usada era el latín.Ya en el siglo VII, el latín vulgar había comenzado a diferenciarse originando el protorromance y después las primeras fases de las actuales lenguas romances.Comenzado ya por Petrarca, sus mayores exponentes fueron Poggio Bracciolini, Lorenzo Valla, Marsilio Ficino y Coluccio Salutati.Obsérvese el ejemplo: «Animus aequus optimum est aerumnae condimentum» («Un ánimo equitativamente bueno es el condimento de la miseria»).En latín el orden de la frase es S-O-V, o sea, primero va el sujeto, el objeto, y al final el verbo.Su pronunciación en el griego clásico correspondía aproximadamente a la de la u francesa o ü alemana [y].Tanto unas como otras podían darse en cualquier posición; es decir, no tenían ninguna relevancia fonológica el acento ni la intensidad.En el latín más antiguo estas vocales estaban acentuadas, y por ello se mantienen con regular constancia.Podría haber sido como la del español (que según la posición es [ɾ] vibrante simple o [r] vibrante múltiple) o tal vez como la del italiano (que muchas veces es [ɾ] incluso en inicio de palabra); entre dos vocales podría haber sido igual a la "rr" del español (por lo que CARŌ sonaría con la misma de "rr" de "carro") o tal vez una geminada [ɾː].Si en latín no había artículos, los romances los desarrollaron a partir de los determinantes; son siempre proclíticos, menos en rumano, lengua en la que van pospuestos al sustantivo.En cuanto a los demostrativos, la mayoría de las lenguas románicas cuenta con tres deícticos que expresan «cercanía» (este), «distancia media» (ese) y «lejanía» (aquel).El género neutro desapareció en todas partes menos en Rumania, Galicia y Asturias, en la que existen algunos sustantivos no contables con terminación en neutro (-o) y una terminación propia igual en el adjetivo cuando concuerda con sustantivos no contables o "de materia", ya acaben en -a, -o, -u o consonante.Ambos procesos tuvieron mayor incidencia en el Oeste (de las lenguas occidentales, el sardo fue la única que no palatalizó).Este sistema no se propició de forma definitiva hasta que ocurrieron los cambios fonéticos del latín vulgar.La influencia del lenguaje coloquial, que prestaba mucha importancia al elemento deíctico o señalador, originó un profuso empleo de los demostrativos.Aumentó muy significativamente el número de demostrativos que acompañaban al sustantivo, sobre todo haciendo referencia a un elemento nombrado antes.De este modo, surgieron los artículos definidos (el, la, los, las, lo) inexistentes en latín clásico y presentes en todas las lenguas romances.Con ese nuevo empleo de unus, surgieron los artículos indefinidos (un, una, unos, unas) que tampoco existían en latín clásico.Al final de la época imperial este nuevo orden se abría paso incluso en la lengua escrita, aunque permanecían restos del antiguo, sobre todo en las oraciones subordinadas.Así, los textos que se manejan en esas disciplinas conservarán su significado y su sentido para lectores de distintos siglos.
Historia natvrae, maxime peregrinae (libris XVI) , de Juan Eusebio Nieremberg (1635), obra escrita en latín en el siglo XVII
Región del Lacio ( Latium ) en Italia , donde surgió el latín.
Busto de Marco Tulio Cicerón.