[3] El nombre de la región deriva del antiguo nombre —Latium— que le daban los latinos, ancestros de los antiguos romanos, que a su vez fueron llamados así porque se habían establecido en un territorio amplio (latus en latín) pudiendo significar también «territorio llano», pues sus primitivos habitantes habían descendido de los Apeninos.
Transmitiría la idea de llanura en contraste con los sabinos, que ocupaban las zonas altas del país.
Tierra adentro desde las llanuras costeras en el norte están las colinas, o colli, que son una forma intermedia respecto a las montañas.
Tierra adentro de las colinas o la zona litoral se encuentran las montañas.
Las Islas Pontinas, que forman parte del Lacio, quedan frente a la costa meridional.
Los Apeninos del Lacio son una continuación de los Apeninos de los Abruzos: los montes Reatinos con el Terminillo (2213 m), los montes Sabinos, Prenestinos, Simbruinos y Hérnicos que continúan al este del Liri hacia las montañas Mainarde.
Más al sur, siguiendo el mismo del Tíber están el Sacco y el Liris, en tanto en la parte septentrional hay otros ríos de menor caudal como son el Fiora, el Marta y el Arrone que llegan al mar tras un curso breve.
En general, más allá de la franja costera, la temperatura varía entre los 9-10 °C en enero y los 24-25 °C en julio.
El Lacio posee varios parques, reservas y otras áreas naturales protegidas.
[5] La historia del Lacio está profundamente marcada por la Historia de Roma, por lo que esta ciudad representó, en su milenario desarrollo, para la región, la consolidación del poder temporal de la Iglesia católica, y el fuerte significado, simbólico e ideológico que Roma tuvo para la formación del Reino de Italia, el fascismo, y también para la moderna República Italiana.
[6] Durante el siglo X y el V a. C., predominaron los etruscos en el norte sobre los latinos, según los testimonios históricos.
Este pequeño territorio configuró al Lacio Antiguo (Latium Vetus), al cual se le anexionaron con las primeras conquistas, el Lacio Nuevo o Agregado (Latium Novum o Adjectum).
Sin embargo, las largas guerras contra los longobardos perjudicaron a la región, que fue ocupada por el obispo de Roma, quien ya tenía varias propiedades en aquellos territorios.
Pequeñas comunas, y Roma sobre todo, se opusieron al poder de los señores.
En los siglos XV y XVI los humanistas, en homenaje a la cultura clásica, intentaron rescatar el nombre «Lacio», llamando así a la zona del antiguo Latium Vetus, Campaña y Marítima.
Se crearon entonces cinco divisiones: Roma (llamada Lazio), Viterbo, Civitavecchia, Velletri y Frosinone.
En 1934 se incluyó una quinta provincia, Latina; así el Lacio lograba su actual división administrativa.
La Segunda Guerra Mundial atravesó la región, haciéndole pagar un elevado coste en términos de vidas humanas, tanto militares como civiles.
Son relevantes los feroces combates en torno a Montecassino y el desembarco aliado en Anzio.
En agricultura dispone de la saneada y fértil llanura costera o Pontina.
Hacia el interior, vastas extensiones – la campagna romana- son destinadas al pastoreo, mientras que en las colinas prosperan los viñedos.
El desarrollo industrial del Lacio está limitado a las zonas al sur de Roma.
En la sintaxis se registra el uso del indicativo en dependencia de los verba putandi ("credo che torna"), en el léxico palabras como "pupo", "caciara", "pedalini" "annamo" "giocamo".
Roma representa el mayor centro universitario de la región, con universidades tanto públicas como privadas.
Un entremés típico son las bruschette, de pan tostado con aceite y ajo.
En la gastronomía romana se utiliza el arroz para hacer croquetas (suppli di riso) y un risotto alla romana que se caracteriza por llevar salsa de hígado, mollejas y vino de Marsala.
Otras formas de pasta al huevo del lacio son los fettuccine y las pappardelle.
Otras carnes: el cordero lechal (abbacchio), o los callos de vaca (trippa).
Hay otras denominaciones: Castelli Romani, Colli Albani, Marino, Orvieto y Velletri.
Hay, no obstante, algún tinto, como el Torre Ercolana o el Aleatico de Tuscia.