Con el precedente de la literatura goliardesca medieval, Tifi Odassi empezó a utilizar este latín en su Maccharonea (1490), y lo popularizó el humanista italiano Teófilo Folengo, también llamado Merlín Cocay o Cocayo, en su Baldus.
Después numerosos autores cómicos imitaron este estilo, entre ellos Bassano Mantovano, Giovan Giorgio Allione o Fossa Cremonese, y otros que siguieron su ejemplo por toda Europa hasta tiempos actuales; por ejemplo, Ignacio Calvo reescribió parte del Quijote en latín macarrónico: Otro ejemplo de texto en latín macarrónico, en dialecto francés:
La traducción es la siguiente: "El sol estaba en la región del cenit y el calor magnísimo de la atmósfera [estaba].
En uno de los [autobuses] dichos arriba que portaba una letra S, a un hombre casi joven, con un cuello alargado y con un sombrero con una cuerdita trenzada, vi".
El mismo texto traducido al latín macarrónico, en dialecto español[1] (las palabras diferentes en negrita).