Orfeo era de origen tracio; en su honor se desarrollaron los misterios órficos, basados en rituales iniciáticos en la Antigua Grecia, de los cuales no hay mucha información, o sus fuentes no son conocidas.
Fundó o hizo accesibles muchos cultos importantes, como los de Apolo y Dioniso; instituyó ritos místicos, tanto públicos como privados; prescribió rituales iniciatorios y de purificación.
[12] La madre de Orfeo le enseñó a recitar versos para ser cantados.
[18] Su hijo Ortes es el antepasado legendario de los poetas Homero y Hesíodo.
Estas vivían en la isla Antemóesa y cantaban hermosas canciones que atraían a los marineros hacia ellas.
Butes fue el único que no pudo resistir los cantos de las sirenas, se lanzó al mar para nadar hacia ellas y fue salvado por la diosa Afrodita.
En las orillas del río Estrimón, Orfeo se lamentaba amargamente por la pérdida de Eurídice.
Durante el camino en las profundidades del inframundo, Orfeo tuvo que sortear muchos peligros; empleando su música, hizo detenerse los tormentos del inframundo (por primera y única vez), y, llegado el momento, ablandó los corazones de Hades y Perséfone,[24] que permitieron a Eurídice que volviera con Orfeo al mundo de los vivos, pero con la condición de que él caminase delante de ella y no mirase atrás hasta que hubieran alcanzado el mundo superior y los rayos de sol bañasen a la mujer.
A pesar de sus ansias, Orfeo no volvió la cabeza en todo el trayecto: ni siquiera se volvía para asegurarse de que Eurídice estuviera bien cuando pasaban junto a un demonio o corrían algún otro peligro.
[26] Pausanias indica que el lugar donde ocurrió este mito era Aorno, en Tesprótide, donde había un oráculo de los muertos.
[27] Según cuenta Ovidio, Orfeo intentó regresar al inframundo, pero Caronte le negó el paso por el río Leteo, así que Orfeo se retiró a los montes Ródope y Hemo, donde permaneció tres años evitando la unión amorosa con cualquier mujer, a pesar de que se le ofrecieron muchas ninfas.
[28] En esos montes, fue visto por las bacantes tracias que se sintieron despreciadas por él.
Por ello, mientras Orfeo se encontraba en el monte Pangeo esperando la salida del sol, Dioniso, celoso de Helios, envió a las ménades para que lo despedazaran.
Pero unas ninfas reunieron sus pedazos y los enterraron en un lugar llamado Libetros, cerca del monte Olimpo.
También hay un río llamado Helicón que desaparecía bajo tierra y luego volvía a aparecer.
[36] Como a otras figuras humanas legendarias como Bacis, Museo, Abaris, Aristeo, Epiménides y la Sibila, se ha atribuido a Orfeo un gran número de poemas religiosos griegos en hexámetro.
Añade que estas prácticas, llamadas «iniciaciones a los misterios» se apoyaban en libros de Orfeo y Museo.
Esta costumbre llegó a ser conocida como «vida órfica» (Orphikos bios).
Rainer Maria Rilke publicó en 1923 Los sonetos a Orfeo (Sonette an Orpheus).
El espectador asiste así a tres representaciones simultáneas de la obra.