Literatura de Portugal

Queda excluida de ella, por lo tanto, la literatura brasileña, así como las literaturas de otros países lusoparlantes, y también las obras escritas en Portugal en lenguas distintas del portugués, como el latín o el español.

Las tendencias literarias del siglo XX están representadas, principalmente, por Fernando Pessoa, considerado como el gran poeta nacional junto con Camões, y ya en sus últimos años por el desarrollo de la prosa de ficción gracias a autores como António Lobo Antunes o el Premio Nobel de Literatura José Saramago.

En esta época se escribió además, posiblemente, la primera versión, hoy perdida, del Amadís de Gaula, cuyos tres primeros libros fueron escritos según algunas fuentes por un tal João Lobeira, trovador de finales del siglo XIII.

A finales del siglo XIV, con la crisis de 1383-1385, se inicia una nueva etapa en la literatura portuguesa.

En esta época, los reyes seguían muy involucrados con la creación poética: el rey Juan I de Portugal escribió un Libro de la caza, y sus hijos Eduardo y Pedro compusieron tratados morales.

También en esta época, un escriba anónimo contó la historia heroica de Nuno Álvares Pereira en la Chronica do Condestavel.

Sin embargo, puede apreciarse un declive general, tanto político como cultural, de la nación portuguesa en este siglo.

Fray Bernardo de Brito, por ejemplo, comienza la obra con la Creación, y la termina donde debería haberla empezado, confundiendo constantemente leyenda y verdad histórica; Fray Luís de Sousa, famoso estilista, trabajó con materiales anteriores para crear la famosa hagiografía Vida de D. Frei Bertholameu dos Martyres y sus Annaes d'el Rei D. João III.

Desafortunadamente, algunos de sus componentes no solo imitaron a los clásicos grecolatinos y a los poetas renacentistas portugueses, sino que desarrollaron un estilo frío y cerebral, sin emoción ni colorido, con una expresión excesivamente académica.

Éste sacerdote era un auténtico dictador literario, y en su obra Os Burros sobrepasó a todos los demás poetas en la agresividad de sus invectivas.

Incluso llegó a intentar sustituir los Lusíadas de Camoens con una obra épica insulsa, Oriente.

Con todo, su influencia en el ambiente literario de Portugal fue más negativo que positivo.

Aunque la Corte regresó a Lisboa en 1640, mantuvo su gusto por las óperas italianas y las obras teatrales francesas, en lugar de las representaciones vernáculas.

A comienzos del siglo XVIII surgieron numerosos autores que intentaron en vano fundar un teatro nacional.

Garção escribió dos comedias brillantes; Domingos dos Reis Quita, varias tragedias, y Manuel de Figueredo recopiló obras en prosa y verso sobre temas nacionales, con las que llenó trece volúmenes, pero fue incapaz de crear personajes perdurables.

A comienzos del siglo XIX, la literatura portuguesa experimentó una revolución literaria iniciada por el poeta Almeida Garrett, quien había entrado en contacto con el Romanticismo inglés y francés durante su exilio, y que decidió basar sus obras en la tradición nacional portuguesa.

En su poema narrativo Camões (1825), rompió con las reglas establecidas de composición; le siguieron Flores sem Fructo y la colección de poemas amorosos Folhas Cahidas ("Hojas caídas"), inspirada en su pasión por la vizcondesa Da Luz.

Thomas Ribeiro, autor del poema patriótico D. Jayme, es sincero en sus contenidos, pero sigue los excesos de esta escuela en su gusto por la forma y la melodía.

La novela decimonónica portuguesa se inició con obras históricas al estilo de Walter Scott, escritas por Alejandro Herculano, al que siguieron Rebello da Silva con A Mocidade de D. João V, Andrade Corvo, y otros.

Joaquim Guilherme Gomes Coelho (más conocido como Júlio Dinis), fue un escritor idealista, romántico y subjetivo, conocido sobre todo por su obra As Pupillas do Sr. Reitor, una novela que describe ambientes campesinos.

Un género muy específicamente portugués en el romanticismo fue la novela marítima, cultivada por Francisco María Bordalo y Celestino Soares entre otros.

La crítica literaria, por otro lado, está representada sobre todo por Luciano Cordeiro y Moniz Barreto.

A principios del siglo XX surgió el grupo de la "Renascença Portuguesa", en torno a la revista A Águia, y alrededor del cual se integraba el movimiento conocido como Saudosismo, nostálgico y subjetivo, y cuyo máximo representante era el poeta Teixeira de Pascoaes.

Sin embargo, el gran poeta de comienzos del siglo es Fernando Pessoa, quien no alcanzó un gran éxito en vida, pero que tras su muerte ha pasado a ser considerado como el mejor poeta portugués de todos los tiempos, en competencia únicamente con Camoens.

A mediados del siglo, surgen dos tendencias opuestas en la literatura portuguesa: uno de ellos en torno a la revista Presença, más cercana al vanguardismo, y el otro, próximo al neorrealismo, en torno a la colección Nuevo Cancionero, con figuras como Álvaro Feijó, Joâo José Cochofel, Carlos de Oliveira o Manuel de Fonseca.

En los últimos años del siglo XX, y a comienzos del XXI, la literatura portuguesa en prosa ha demostrado una gran vitalidad, gracias a escritores como António Lobo Antunes y sobre todo el Premio Nobel de Literatura José Saramago, autor de novelas como Ensayo sobre la ceguera, El Evangelio según Jesucristo o La caverna.

Miniatura del Cancionero de Ajuda , que representa a unos músicos.
Luis de Camões.
João de Barros.
Bernardo de Brito.
Manuel Maria Barbosa du Bocage.
Almeida Garrett retratado por Pedro Augusto Guglielmi.
Eça de Queirós.
Portada del n.º 4 (1912) de A Águia , órgano de expresión de la Renascença Portuguesa
Mensagem , de Fernando Pessoa, primera edición, 1934.