Galicismo

Otros son prosódicos, por acentuación: papá, mamá en vez de "papa" y "mama", por ejemplo; otras veces, se acentúan a la española: chófer en vez de chofer (aguda), del francés chauffeur (pronunciado /ʃofœʁ/).

Sin embargo, ya Antonio de Nebrija, en su Vocabulario español-latino (1494), recoge una larga nómina de palabras adaptadas del francés: paje, manjar, forja, jardín, sargento, jaula, ligero, cofre, reproche o trinchar, entre otros.

[1]​ El prestigio de Francia en esa época (su grandeur) hizo que toda Europa imitase las modas de los petimetres afrancesados y por supuesto su lenguaje, del cual entraron algunas palabras, pero no otras que eran sin embargo muy usadas entonces (por ejemplo, remarcable).

Fisiatra, geriatra, pediatra, podiatra, psiquiatra; todos tienen como segundo elemento compositivo el griego -iatro, "médico"; deberían, pues, terminar en -iatro; terminan en -iatra porque en francés acaban en -iatre: Los campos semánticos más afectados fueron la gastronomía (cruasán, gofre, menú, bombón, foie, foie-gras, chucrú...), la moda (corsé, tisú, frac, bucle, tupé, rapé, muselina, moaré, maniquí, peluquín...)[6]​ y la burocracia (carné, buró, dossier, croquis, asamblea, departamento, etiqueta, editar, finanza...).

Todavía en el siglo XIX siguieron siendo frecuentes, pero en el siglo XX ya son más abundantes los anglicismos, pese a lo cual todavía en la actualidad se han introducido galicismos a través de la prensa:[7]​ Algunos ejemplos de galicismos usados en español son: