Durante su actividad como feitor João probó ser un buen administrador, con gran dedicación y sin un interés personal en el desempeño del cargo, algo raro en aquella época, como lo demuestra el sorprendente hecho de que hiciera poco dinero, allí donde sus predecesores habían amasado grandes fortunas.En 1534, João III, con la intención de atraer colonos al Brasil y evitar así las tentativas francesas de implantarse en la colonia, lo dividió en capitanías hereditarias, siguiendo el mismo sistema que ya había sido utilizado en las islas de Azores, Madeira y Cabo Verde, con buenos resultados.Hombre de buen carácter, puede decirse que prefirió dejar a sus herederos un ejemplo de buena moral más que una cuantiosa fortuna y, aunque recibió muchos beneficios reales, siempre voluntarios y nunca solicitados, Barros murió en la más completa miseria, siendo tantas sus deudas que sus propios hijos renunciaron al testamento.Como historiador y lingüista Barros merece la fama que empezó a disfrutar poco después de su muerte.Sin duda su trabajo se distingue por la claridad de exposición y su riguroso orden.Mucho después, Diogo de Couto continuó la obra de Barros, añadiendo nueve volúmenes más a las Décadas, siendo publicada edición moderna completa en Lisboa en 14 volúmenes entre 1778 y 1788.