Marinismo

[1]​ Son movimientos paralelos a esta estética el eufuismo inglés, el preciosismo francés y el culteranismo español.

Sin embargo, la medianía general de los poetas italianos que siguieron esta corriente y su hueca y fría pomposidad decadente la ha enviado al olvido de la crítica, salvo un par de nombres por obras específicas: Claudio Achillini, Giuseppe Artale, Alessandro Adimari, Giovanni Argoli, Giambattista Basile, Baldassarre Bonifacio, Francesco Bracciolini, Giovanni Francesco Busenello, Guido Casoni, Elena Lucrezia Cornaro Piscopia, Fran­cesco Della Valle, Jacopo Gaddi, Paganino Gaudenzi, Giovanni Vincenzo Imperiale, Cristoforo Ivanovich, Giovan Francesco Loredano, Giacomo Lubrano, Giovanni Battista Manso, Gaspare Murtola, Pietro Francesco Orsini (papa Benedicto XIII), Andrea Perrucci, Pier Matteo Petrucci, Francesco Pona, Girolamo Preti, Cesare Rinaldi, Ottavio Rossi, Francesco Maria Santinelli, Giovan Leone Sempronio, Tommaso Stigliani, Giulio Strozzi, Emanuele Tesauro, Giovan Frances­co Maia Materdona, Antonio Bruni, Scipione Errico, Maffeo Barberini (el papa Urbano VIII), Girolamo Fontanella, Bernardo Morando, Anton Giulio Brignole Sale, Leonardo Quirini, Ciro di Pers, Giuseppe Battista, Giovanni Canale, Lo­renzo y Pietro Casaburi, Tommaso Gaudiosi y muchos otros.

Y, aun cuando poetas como Tommaso Stigliani se declaraban "antimarinis­tas", Croce afirma que “se movieron en el círculo trazado por Marino” y “de hecho no salieron de la condición espiritual del Marinismo”.

[3]​ Esta estética, que intenta superar el petrarquismo, consta de tres elementos fundamentales: ingenio, descriptivismo (aunque no al modo realista) y musicalidad.

A esto se agrega la acumulación de referentes cultos, en especial mitológicos o históricos.