La justificación económica para actuar de esta manera parte, sobre todo, del efecto multiplicador que, según Keynes, se produce ante un incremento en la demanda.
En esa situación lo racional es utilizar inmediatamente cualquier ingreso, dado que mantener dinero sin uso no produce beneficios.
Nótese que lo anterior implica equivalencia estricta entre ahorros e inversiones: “posponer consumo” sin invertir el dinero es equivalente a mantener sumas ociosas, es decir, es económicamente irracional, como lo es el no utilizar para invertir sumas disponibles en los bancos (los ahorros de otros, etc.).
:[9] a mayor diferencia en favor de la última, incluso en términos estrictamente clásicos, lo más posible es que se invierta.
Joan Robinson clarifica que, en una situación de competencia imperfecta -como lo es en realidad el sistema capitalista- sucede que las empresas pueden aumentar sus ingresos ya sea bajando precios a fin de producir y vender más o produciendo menos pero manteniendo o incluso incrementando los precios.
Esta última “solución” implica no solo menos demanda por insumos, sino también por trabajo -es decir, tiende a ser una situación en la cual los recursos no son plenamente empleados- y explica perfectamente el gran desempleo observado en ciertas circunstancias -específicamente, durante la gran depresión- al mismo tiempo que el mantenimiento o, incluso, el incremento de la tasa de ganancia en algunas empresas en esos periodos.
Ese cambio fraccional se puede expresar de la siguiente manera: La primera define lo que se llama Propensión marginal al ahorro (pma) (definido como el ahorro adicional por cada unidad extra de ingresos) y la segunda la Propensión marginal al consumo (pmc) (entendido como el consumo adicional por cada unidad extra de ingresos).
Ahora, si la economía estuviera en equilibrio walrasiano o clásico, el consumo o demanda agregada sería equivalente a la producción (todo lo producido sería consumido y todos los ingresos solo vendrían de lo que se vende).
[28] Si bien lo anterior es una versión simple del análisis keynesiano,[29] sirve para mostrar tanto el origen del multiplicador keynesiano o efecto multiplicador del consumo[30][31] como el hecho que la economía puede estar en “equilibrio” sin al mismo tiempo lograr pleno empleo de los recursos económicos (incluido el trabajo)[32] (estado que es llamado “equilibrio keynesiano” o “equilibrio macroeconómico”.
Pero solo uno de esos puntos corresponde también a la línea generada por las condiciones del equilibrio clásico (el punto en el cual las dos líneas se cruzan), lo que corresponde a un cierto nivel de ingresos (Y'), pero, de hecho, la examinaron del archivo histórico muestra que el sistema económico no está generalmente en ese punto.
Si la propensión a consumir ("b") es débil, las oportunidades de inversión no son atrayentes (dado que quienes invierten buscan ganancia.
Teóricamente, hay tres maneras que el Estado puede financiar esos gastos: 1.- Aumentar los impuestos.
Keynes basa sus sugerencias sobre un dinero con valor relativamente estable, por lo que no es partidario del incremento indiscriminado en su "producción".
[40] El otro lado de esa política es que el Estado debe pagar esa deuda cuando sus ingresos aumenten, debido al incremento por ingresos de impuestos cuando finalmente haya un auge (nótese: ese aumento en los ingresos se debe al auge o expansión en la economía, etc, no a un incremento en la tasa de impuestos).
Propone en cambio la idea de una política expansiva asociada a un sistema arancelario para neutralizar los efectos sobre la balanza comercial.
Así, para Keynes, una política de recuperación económica sólo es plenamente eficaz si se elimina el déficit comercial.
Defiende la idea de producir en suelo nacional cuando sea razonablemente posible y expresa su simpatía por los partidarios del proteccionismo.
Así, para Keynes, la depreciación de la moneda ya no era suficiente y las medidas proteccionistas se hicieron necesarias para evitar los déficits comerciales.
En la conferencia jugó un papel importante en la planificación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional".
(...), con ello tanto más seguramente se convierten en jefes de la pequeña burguesía contra el proletariado.
Un encantador pero ambicioso estatista maquiavélico, quien personificaba algunas de las tendencias e instituciones más malignas del siglo veinte".
El próximo movimiento es con la cabeza, pero primero debemos esperar[58] Keynes no puede pensar de otra manera.
Por ejemplo, los trabajos de Jan Tinbergen, Wassily Leontief, Simon Kuznets, etc, todos fundamentales para la econometría todavía no habían sido publicados en esa fecha.
Por el contrario, es algo -que en su opinión- todos -los economistas- saben y aceptan, solo que es aplicada en casos excepcionales.
[63] Él solo propone utilizar esa aproximación más generalmente: “Eso es por lo cual la guerra ha siempre causado una actividad industrial intensa.
En el pasado la finanza ortodoxa ha considerado la guerra como la única excusa legítima de crear empleo a través del gasto gubernamental.
Si esa condición se cumple, el sector privado, y la economía en general, funcionarán eficientemente.
Los postkeynesianos utilizan modelos que provienen tanto del ya mencionado Abba Lerner como otros provenientes de Dudley Dillard[98] y, más recientemente, de R. L Wray,[99] los que se integran en la Teoría Monetaria Moderna.
[105] Más recientemente -y a partir de algunos desarrollos que, por un lado, bordean en lo sorprendente[106] pero por el otro corresponden a desarrollos teóricos (ver, por ejemplo: Aporte de John B. Taylor) - aparece la "nueva síntesis keynesiana" o Nueva Economía Keynesiana.
Se cuentan además David Romer, Olivier Blanchard, Nobuhiro Kiyotaki, y Michael Woodford.