En la segunda fase se construye la Casa Consistorial y su fachada (1750-1756) a cargo del arquitecto Juan García Berruguilla.
La Casa Consitorial quedó arquitectónicamente incompleta, siendo construida posteriormente la espadaña de su fachada un siglo después (en 1852).
A esta plaza se trasladó el mercado inundando la zona y las calles adyacentes lentamente durante la Baja Edad Media.
Esta situación privilegiada de comercios se encontró así definida hasta mediados del siglo XVII.
Otro viajero europeo, que describe la plaza, es el nuncio extraordinario de Clemente VII, Camilo Borghese, ante Felipe II.
Este lado de petrineros, correspondiente a la vieja plaza medieval era el único que tenía soportales.
El Consistorio temía que la ciudad quedara finalmente empeñada debido a un fallo en el coste de su ejecución, y por esta razón exigía su realización con detalle económico.
Apelaba el regidor Rodrigo ante el Consistorio que las necesidades para su construcción eran tres: la primera era el ornato, la segunda la utilidad pública y el bien común, la tercera la relacionaba con la mejora del comercio en la ciudad.
Este cambio resultaba ser el "definitivo" ya intentado anteriormente a lo largo de los siglos XVI y XVII, sufriendo diversas variantes que consistían en cambios en la organización espacial con el objeto de mejorar el aspecto público y lograr despejar las calles.
El informe debería incluir cuantía de dinero, tiempo empleado para su construcción y los rendimientos económicos que produciría.
[23] Las distancias en este plano se indican en pies castellanos, y reflejan una plaza ligeramente más grande de tamaño que la actual.
La cantidad de días laborables quedaba reducida a tres cuartas partes del año.
[30] También es el material empleado fundamentalmente en la mayor parte del Patrimonio Histórico Arquitectónico de Salamanca y sus alrededores.
Al ser los terrenos del municipio resultaba más sencillo edificar, sin necesidad de realizar expropiaciones o cualquier otra actividad administrativa.
La disimetría se hizo para mantener el trazado primitivo de las calles medievales que desembocan en la Plaza.
en caso de que no fuese así se debería vender el solar y los edificios al Ayuntamiento.
El 12 de noviembre se convocó a ambos arquitectos Quiñones y Larra Churriguera para examinar ambos proyectos.
Este lienzo mide en la actualidad 81.60 metros mientras que en el diseño de Churriguera sumaba 86.80 m, la reducción se debe al ajuste entre los litigios.
Durante esta etapa figuraron como aparejadores el hijo del Maestro Mayor: Jerónimo García de Quiñones y Manuel Antonio Salgado.
La espadaña de la Casa Consistorial, se erigió casi un siglo después, concretamente en 1852 con el proyecto del arquitecto municipal Tomás Cafranga.
Sobre ella aparecen cuatro figuras alegóricas identificadas con: la Agricultura, el Comercio, la Industria y la Astronomía (todas ellas en lugar de obeliscos).
Estos dos lienzos ya no siguen el rigor de los anteriores, y alguna figura fue esculpida pero sin seguir la regla.
[40] Los autores literarios de este siglo hacen referencias a su belleza, iniciando así su leyenda popular en la cultura salmantina.
Una vez liberada la ciudad se acordó que este general británico tuviese un nuevo medallón ubicado en las enjutas en la Plaza.
Se plantan jardines públicos en su espacio, así como árboles (unas veintisiete acacias formando un bosque) en el centro de la plaza.
[49] Este mismo año escribe un artículo periodístico en «El Sol» dedicado a la que denomina: su Plaza Mayor.
El alzamiento devino en Guerra Civil, los urinarios públicos ubicados en la Plaza pronto se convierten en refugios antiaéreos.
En los años 70 se suprime el tráfico rodado por la plaza, haciendo de ella un espacio peatonal.
En 1998 el escultor salmantino Venancio Blanco esculpe la efigie de los Reyes actuales (Juan Carlos y doña Sofía) en un medallón del consistorio.
Se emitieron cuatro sellos en junio de 2002, durante la XL Exfilna, junto a un matasellos y una medalla conmemorativa.