Esta repentina crecida causa en la ciudad numerosos destrozos y muertes en su vega quedando en la historia como la denominada noche de San Policarpo.
[3] En la riada murieron 142 personas que se vieron sorprendidas durante la noche.
Las iglesias situadas en la vega del río se vieron seriamente afectadas.
Cuatro arcos de la parte más alejada de la ciudad se hundieron completamente, dejando la ciudad incomunicada por este lado; en días sucesivos se fueron hundiendo más arcos hasta parar en el castillete central.
Las lluvias volvieron a causar una riada en febrero de ese mismo año pero con menores consecuencias.