Mozárbez

El lugar puede aparecer referido con las grafías «Mozárbez» y «Mozárvez».

Del Diccionario Geográfico de España, Tomo 12, editado en 1960, quizá el dato más curioso sea el relativo a la red fluvial del término municipal de Mozárbez, constituido por un suave vallecillo, en su parte central, al que confluyen perpendicularmente los que con justicia no merecen otro apelativo que el de regatos.

[13]​ El pueblo era principalmente agricultor y ganadero, aunque también tenía bastante significación económica y relieve exterior el gremio de lecheros; que tradicionalmente recogían la leche de las cabriadas estantes en las dehesas periféricas; que luego crearon importantes vaquerías de suizas estabuladas; y que iban a vender la leche, casa por casa, a Salamanca.

Complementariamente, cada agricultor sembraba y recolectaba patatas y garbanzos –la base principal de la alimentación humana-, para el consumo propio; existiendo, además, en las inmediaciones del pueblo, algunos huertos familiares, en los que se obtenían productos alimenticios, también de carácter complementario, para consumo familiar.

También existía en el pueblo una piara, más importante y numerosa, de ovejas, pertenecientes a los agricultores en número proporcional a la extensión total de las parcelas que cada uno cultivaba, y que pacían, durante todo el año, por el término municipal, cuidadas por un pastor, igualmente comunal.

En realidad, todo el pueblo se asienta sobre un pizarral; y, alrededor del cincuenta por ciento del término municipal exhibe, o apenas oculta, la pizarra a flor de tierra.

El melonar tenía además trascendencia cultural, porque de él surgían derivaciones lingüísticas que enriquecían el dialecto local: -Cuando las mujeres –las mozas- rechazaban las aspiraciones amorosas de sus pretendientes, se decía que les daban calabazas; -A las personas bobaliconas se las llamaba sandios o sandías; -Y a las gentes testarudas, que no daban su brazo a torcer, en sus discusiones o pretensiones, o que, como también se decía, no se apeaban del burro, se les llamaba melones o melonas.

Lógicamente, el arraigo del ganado ovino en la cultura popular, aparecía, entre otras, en forma de refrán, aplicable a quienes resultaban frustrados en sus pretensiones –sobre todo si no eran muy correctas o adecuadas-, respecto a los cuales se decía que habían ido por lana y salido trasquilados.

Por cierto que, en la cultura y en el lenguaje popular, sobre todo en materias relacionadas con el sexo, se daba una tajante e insalvable separación entre lo relativo a la especie humana y lo referente a las especies animales.

Sin embargo, la ingesta de acederas debía tener sus peligros, por lo que había que tomarlas con mucha prudencia, pues deberían haberse producido, a lo largo del tiempo, incidentes gástricos desagradables, como demuestra el hecho de que habían dejado, como recuerdo y advertencia, dos refranes avisadores, refundidos en uno: Acederas en abril, calenturas pa morir; y Acederas en mayo, calenturas pa to el año.

Aparte de refranes o vocablos castizos, de utilización cotidiana, algunos usos y costumbres, con salsa y sabor especiales, mantenían cierta vigencia, aunque, en la medida en que eran expresivos del buen humor local, estaban amortiguados por el peso –o pesadumbre- de la Guerra y la posguerra civil.

Ya eran poco frecuentes las cencerradas, malos tratos y bromas estilo Miguel Gila, con que se festejaba a los viudos que tenían el atrevimiento de volver a cometer matrimonio.

Pero estaba vigente la inclinación a sacar cantares a las personas que cometían equivocaciones o actos desviados de los usos o normas habituales en el contexto local, aunque no constituyeran infracciones graves.

Detalle del mapa "Spain and Portugal", realizado por Froggett en 1808, en que puede observarse Mozarbes .
Algarrobas
Antiguas escuelas.
Casa consistorial.
Iglesia de Santo Tomás Apóstol