[6] El latín medieval se había desviado considerablemente del estándar clásico y presentaba notables variaciones regionales e influencias de las lenguas vernáculas.
El neolatín intenta retornar al ideal de la «latinidad dorada» (Golden Latinity) en línea con el lema humanista ad fontes («acudir a las fuentes»).
Grandes partes de este nuevo vocabulario latino han permeado el inglés, el francés y varias lenguas germánicas, particularmente a través del neolatín.
El latín se usó como lengua común entre partes del Imperio Austriaco, particularmente entre Hungría y Croacia, al menos hasta la década de 1820.
[16] En textos seculares, como obras científicas, legales y filosóficas, se siguieron necesitando neologismos, por lo que, aunque los autores neolatinos pudieran elegir nuevas formulaciones, también podían continuar utilizando formas medievales tradicionales.
[19] Sin embargo, los estudiosos modernos del neolatín tienden a rechazar esta idea, ya que la formación de palabras e incluso ciertos usos medievales continuaron.
Sin embargo, los estudios y la crítica de las traducciones bíblicas fueron un enfoque particular e importante del primer Humanismo, tanto en Italia como en otras partes.
[34] Los escritores prominentes del neolatín que fueron admirados por su estilo en este período temprano incluyen a Pontano, Petrarca, Salutati, Bruni, Ficino, Pico della Mirandola en Italia; el español Juan Luis Vives; y en el norte de Europa, el alemán Celtis.
[37] Frecuentemente las mismas personas codificaban y promovían tanto el latín como las lenguas vernáculas, en un proceso más amplio de estandarización lingüística posterior a la Edad Media.
[38] Sin embargo, el latín fue el primer idioma disponible, completamente formado, ampliamente enseñado y usado internacionalmente en una gran variedad de temas.
Incluso en este periodo, un énfasis excesivo en la gramática y métodos de enseñanza deficientes fueron vistos por los reformadores como un obstáculo para la adquisición del latín.
Muchas universidades albergaban obras teatrales escritas recientemente o en los últimos años en latín, que constituían un importante cuerpo literario antes de 1650.
Además, los autores de países con poblaciones lingüísticas más pequeñas o lenguas menos conocidas tendían a seguir escribiendo en latín.
En Inglaterra, entre los trabajos académicos típicamente no publicados, como las disertaciones del siglo XVI, el latín escrito mejoró en precisión morfológica, pero la construcción de oraciones y los giros idiomáticos a menudo reflejaban la lengua vernácula.
Patrones similares se han encontrado en Suecia, donde el latín académico tendía a ser muy preciso en términos de morfología, pero menos clásico en sus estructuras oracionales.
Helander señala:«Aparentemente, los autores no se preocupaban por si estas palabras existían en la literatura latina preservada, siempre y cuando estuvieran formadas de manera regular.
Como se menciona más adelante, una característica importante del latín en este periodo era que su pronunciación tendía a seguir prácticas nacionales o incluso locales.
Gradualmente, la enseñanza del latín en las escuelas pasó de ser una lengua destinada al uso y la producción a un enfoque en la comprensión escrita.
De todos modos, incluso cuando los cursos se dictaban en lenguas vernáculas, las ocasiones formales, como las lecciones inaugurales y las ceremonias, a menudo seguían siendo en latín.
La erudición, la teología, las ciencias y la medicina eran temas que a menudo se abordaban en latín, como en la longeva revista médica Miscellania curiosa medico-physica, publicada desde 1670 hasta 1791.
Por ejemplo, el rey hanoveriano Jorge I de Gran Bretaña (que reinó entre 1714 y 1727), quien no hablaba inglés, se comunicaba en latín con su primer ministro Robert Walpole.
[Nota 5] Sin embargo, hay un registro abundante de quejas sobre el bajo nivel del latín hablado en universidades y contextos similares.
En cualquier caso, debido a la necesidad de consultar acuerdos históricos previos, el latín siguió siendo una habilidad importante para los diplomáticos y se incluía en su formación.
En la educación, esto llevó a un enfoque cada vez más centrado en la gramática en muchos países, reforzando su reputación de ser difícil y abstracto.
Autores como Arthur Rimbaud y Max Beerbohm escribieron versos en latín, pero estos textos solían ser ejercicios escolares o piezas ocasionales.
Sin embargo, la tradición era lo suficientemente fuerte en países como Holanda, Croacia e Italia, entre otros, como para sostener un concurso anual de poesía latina, el Certamen Hoeufftianum, que se celebró hasta 1978.
Al mismo tiempo, el estudio filológico del latín parecía demostrar que los métodos y materiales tradicionales para enseñar la lengua estaban peligrosamente desactualizados e ineficaces.
J también se usaba cuando era la última en una secuencia de dos o más i's, como en radij (ahora escrito radii, «rayos»), alijs («a otros»), iij, el número romano 3; sin embargo, ij fue reemplazado en su mayoría por ii para el año 1700.
Más raramente (y usualmente en textos del siglo XVI al XVII temprano), se usaba la e caudata como sustituto de los dígrafos.
Ejemplos incluyen certè («ciertamente»), verò («pero»), primùm («al principio»), pòst («después»), cùm («cuando»), adeò («hasta ahora, tanto»), unà («juntos»), quàm («que»).