Estuvo acompañado de una serie de disposiciones dinásticas que modificaron el mapa político europeo y aseguraron un equilibrio entre las dos mayores potencias enemigas del continente: el Reino de Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico.
Según los términos del tratado, Estanislao I Leszczynski renunciaba a reclamar el trono polaco y reconocía a Augusto III, duque de Sajonia, como rey de Polonia.
Como compensación, Estanislao recibiría en su lugar el Ducado de Lorena que pasaría a Francia tras su muerte, la cual acaeció en 1766; mientras Francia aceptaba la Pragmática Sanción.
La derrotada Austria solicitaba la paz, cuyos preliminares fueron firmados en Viena en 1735, tres años antes del tratado final (el tercer tratado de Viena).
[2] A cambio, Luis XV reconocía finalmente la Pragmática Sanción del emperador Carlos VI.