El tono general es satírico, y su objetivo aparentemente fundamental se refiere a cuestiones retóricas o estéticas vinculadas a la imitatio del estilo ciceroniano.
Nosópono sería un enfermizo admirador del Arpinate, progresivamente sanado de su idolatría.
También se enumera toda una larga serie de autores tanto clásicos como coetáneos que pueden servir en conjunto como modelos dentro de una sana formación del estilo.
Los imitadores de Cicerón que traducen a Cristo por Júpiter Olímpico Máximo o la Virgen María por Diana aparecen a los ojos de Erasmo como espíritus anacrónicos incapaces de comprender a su época y ajenos al mensaje evangélico.
La obra, de intención polémica, tendría encarnizados enemigos en Julio César Escalígero o Étienne Dolet.