John Dewey

Asimismo, durante la primera mitad del siglo XX fue la figura más representativa de la pedagogía progresista en Estados Unidos.

La influencia de Dewey sigue siendo discutida hoy día respecto a los fallos del sistema escolar estadounidense: por un lado, es criticado por los conservadores fundamentalistas.

Cuando vivía en Míchigan, Dewey conoció a su futura esposa, Alice Chipman, que era una de sus estudiantes.

En 1894 se trasladó a la Universidad de Chicago,[2]​ en donde fraguó su definitivo interés por la educación.

En el ámbito filosófico, hemos de situar a Dewey dentro del pragmatismo.

En Religion and Our Schools (1908) recomienda que las escuelas públicas no impartan instrucción religiosa de ningún tipo por ser esta práctica, según él, causa de división y conflictos en una sociedad plural.

Pretendía formular sobre nuevas bases una propuesta pedagógica en oposición a la escuela tradicional y antigua.

Para ellos, a diferencia del liberalismo tradicional, el individuo no es solo una entidad que compite con los demás.

Por el contrario, enfatizan las relaciones entre los individuos y perciben la vida social de una manera bastante orgánica.

En casa, como en el nuevo liberalismo, la libertad no es simplemente una falta de restricción, sino que también reside en la participación en la vida social y política.

Como resultado, Dewey no cree que los hombres, persiguiendo sus intereses particulares, puedan llegar a trabar una sociedad armónica.

De hecho, recupera la "teoría del espectador" que concibe el conocimiento como una investigación.

El objetivo no es buscar una verdad que, en la perspectiva darwiniana de Dewey, está necesariamente cambiando, sino para resolver problemas aquí y ahora.

Para ello, debemos probar y verificar suposiciones, valores, teorías destinadas a evolucionar un día.

Dewey no hace una distinción a priori entre las investigaciones en los campos de la ciencia, la ética y la política.

Dewey, en general, quiere reemplazar las políticas de laissez-faire por políticas basadas en un control social inteligente basado en una participación activa de individuos, visto como un medio para lograr una coherencia trascendente.

En el cristianismo y la democracia, escribe: "la encarnación de Dios en el hombre (...) se convierte en una cosa viva y presente (...) la verdad desciende a la vida, la separación se retira; lo que conduce a una verdad común presente en todas las esferas de acción, y no en una esfera aislada llamada religión.

Por supuesto, la democracia permite a los ciudadanos participar y los protege de los expertos que ve como una oligarquía cuyos intereses no son necesariamente los de los ciudadanos, pero, sin embargo, los técnicos expertos conservan un lugar importante en la investigación social.

Con esto en mente, para Joëlle Zask, en Dewey "la participación es el término ético y político equivalente a la experimentación".

Este intento le llevó a criticar la posición de Walter Lippmann, cuyas críticas al colectivismo se explicaban porque la reducía al colectivismo estatal en el modelo soviético o en el modelo, atenuado, del New Deal.

Por el contrario, la fuerza de las organizaciones, en una sociedad industrial como la nuestra, implica, para Dewey, pensar en un "colectivismo liberal", para refundir mejor la individualidad, su poder y su libertad.

John Dewey.