Los instrumentos típicos más usados son la quena, la antara o zampoña, el cajón afroperuano, la guitarra tradicional (el Perú tiene, además, una variante de menor tamaño conocida como charango), y la mandolina.
Éstas representan las diferentes culturas que habitan en la sierra de este país, y aquéllas actualmente vigentes.
La música incaica fue pentatónica, combinando las notas re, fa, sol, la y do para crear composiciones que podían ser de carácter religioso, guerrero o profano.
El primero es conocido por una cantata de burla titulada «Ah, señores los del buen gusto» y el segundo por la ópera-serenata «Venid deidades».
En el primero ingresa la música flamenca, italiana y alemana, mientras que en el segundo se incluyen los modelos franceses.
[4] Tanto en la colonia como durante el inicio de la época republicana, la población no hacía distinción entre la música sacra y la profana.
Las catedrales más importantes contaron con orquestas propias; algunas iglesias contrataban músicos para sus fiestas y procesiones.
[4][5] Después de la independencia, los peruanos mostraron una gran predilección por los ritmos musicales locales, prefiriendo a los músicos nacionales.
[4] Los instrumentos preferidos durante este periodo fueron las guitarras, órganos, clavicémbalos, salterios, vihuelas, arpas y pianos.
[4] Con la época republicana, nace la música criolla, influida por el afrancesamiento del minueto, el vals vienés, la mazurca polaca, la jota española y las expresiones mestizas de la costa central.
La producción musical a inicios del siglo XX fue muy intensa, y los compositores fueron, en su gran mayoría, personas de los barrios, los cuales se caracterizaban por tener un estilo particular por cada zona.
Este proceso fue lento; además, la llegada del fonógrafo trajo consigo la integración en Perú de ritmos foráneos como el tango y el foxtrot.
Según Llorens (1983), el trasfondo de esto fue que las clases media y alta buscaban un medio para legitimar su peruanidad en contraposición a la migración de la zona andina hacia la ciudad; estos grupos no aceptaban lo andino como símbolo nacional.
[6] En 1965 se libera un clip musical grabado en Perú por Mario Cavagnaro, que sería el primero de la historia.
[8] En ese entonces, ya se realizaban quince festivales de música para competir por una mejor calidad interpretativa a nivel nacional.
En Áncash se cultivan los ritmos del huayño, la chuscada, el pasacalle y la cashua, gracias al aporte de músicos prolíficos como Víctor Cordero Gonzales, quien, a pesar de haber fallecido en 1949, continúa inspirando a los músicos ancashinos del siglo XXI.
El huayno es el género de música andina peruana más popular, aunque su origen no se puede rastrear hasta la época incaica, por lo parece ser una creación netamente mestiza.
Además del vals, la música criolla incluye los géneros de la polca (estos géneros de origen polaco llegaron a Sudamérica en la segunda mitad del siglo XIX junto con el chotís, la mazurka y el paso doble español) y la marinera, esta última con origen en la antigua zamacueca.
A inicios de 1980 en adelante, surgieron bandas como Frágil (con su álbum debut Avenida Larco), Arena Hash, Río, Jas y Miki González.
Pero fue en esta misma época que existió el rock subterráneo, con grupos de estilo hardcore punk anarquista, como Leusemia, Narcosis, Zcuela Cerrada, Autopsia, Pánico, Eructo Maldito, Eutanasia, Éxodo, Guerrilla Urbana, entre otros.
El Perú poseía durante el período español una gran actividad musical, con centros importantes en la Ciudad de los Reyes (Lima), Cusco y Potosí.
En el elenco de Bolognesi, actuaba la soprano Rosa Merino que en 1821 estrenara el Himno Nacional del Perú.
Algunos de ellos se quedan en el país, impulsando una actividad musical orientada a la música romántica europea, creando diversas Sociedades Filarmónicas.
Posteriormente, encontramos a los compositores de la generaciones 60 y 70 que han sido los alumnos de la generación anterior, donde destacan Pedro Seiji Asato, Walter Casas Napán, Rafael Junchaya Gómez, Aurelio Tello Malpartida, Alejandro Núñez Allauca, Douglas Tarnawiecki, Arturo Ruiz Del Pozo, José Carlos Campos Gálvez, Gonzalo Garrido Lecca, Nilo Velarde, César Peredo, y José Sosaya Weckselman.
Asimismo José Quezada Macchiavello, viene investigando el archivo musical de San Antonio Abad en el Cusco.
Entre los pianistas destacados se debe mencionar a Rosa M. Ayarza (folclorista) y Ernesto López Mindreau en la primera mitad del siglo XX.
Entre los violinistas: Bronislaw Mitman, Franco Ferrari, Rafael Purizaga, Francisco Pereda, Juan Fiege, Armando Guevara Ochoa, Fabián Silva Franco, Alejandro Ferreyra (cubano), Laszlo Benedek, Hugo Arias Tenorio, Carlos Johnson Herrera, Sasha Ferreyra y Javier Rodríguez, entre otros.
Entre los directores de orquesta destacan en la primera mitad del siglo XX Federico Gerdes, Vincenzo Stea, Enrico Fava Ninci, los arequipeños Octavio Polar y David Molina, el cusqueño Roberto Ojeda Campana, el austriaco Theo Buchwald (fundador de la Orquesta Sinfónica Nacional, que la dirigió entre 1938 y 1966).
Por su lado la población de mayor edad todavía presenta una orientación hacia la cumbia tradicional peruana (Caribeños, Grupo 5, Kaliente, entre muchas otras), huayno y otros géneros del folklore andino y amazónico, cuya visibilización transcurrió con la inmigración interna a Lima.
[17] Aunque tiene muy baja cobertura, en los últimos años Perú ha sido centro de música medicina, meditativa y/o espiritual, destacando en el contexto local músicos como Alonso Del Río, Tito La Rosa, Diego Palma, Ruy Hinostroza, Mario Maywa, Pepe Chiriboga, Tavo Castillo, Grupo Ayllu, Coral Herencia, entre otros.