Encabezó el movimiento reformista que trató de instaurar una monarquía controlada[3] en 1357, oponiéndose al poder real del delfín Carlos.
No obstante, ambos no eran más que los catalizadores más conocidos de un importante movimiento progresista surgido a raíz de la crisis del sistema feudal: en los siglos XIV y XV la nobleza y el clero mudaron el rol que inicialmente les proporcionaba la sociedad estamental.
Para obtener el papel político que su creciente importancia en la sociedad debía concederles, numerosos burgueses trataron de ennoblecerse.
[10] Aquellos que, como Étienne Marcel, no pertenecían al pequeño círculo de Juan II, y cuya promoción social quedó bloqueada, se convertirán en los más importantes promotores de una reforma política que diera paso a una monarquía cuyo poder estuviera limitado por los Estados.
[14] En Francia el rey Felipe IV tenía la necesidad de rellenar las arcas del Estado, y una guerra le permitiría instituir impuestos excepcionales.
El crecimiento del comercio había provocado que ciertos territorios dependieran económicamente de uno u otro reino.
Por tanto, las maquinaciones de ambos reyes para controlar Guyena, Bretaña y Flandes derivaron rápidamente en una guerra entre Francia e Inglaterra[16] que se prolongará durante 116 años, repercutirá muy negativamente sobre el comercio, y conllevará un aumento de la presión fiscal.
[18] En esa época la nobleza debía hacer valer su estatus social demostrando una conducta caballeresca en el campo de batalla.
El país era reticente a que se cobraran los impuestos necesarios para la buena marcha del Estado.
Carlos de Navarra, con la autoridad que le otorgaba su sangre real, empleó su brillante oratoria para ponerse a la cabeza del partido reformista.
[22] Como capital, contaba con una buena parte de la nobleza del país, que debía hacer valer su estatus llevando un ostentoso estilo de vida y realizando enormes desembolsos económicos,[23] y en ella estaba centralizada la administración del Estado.
[25] Los Marcel supieron acrecentar su círculo de aliados mediante una activa política matrimonial que les emparentó con otros poderosos clanes burgueses parisinos: los Poilevilain, los Cocatrix, los Pisdoe o los Billouard.
Étienne intercedió por Essars a través del conde de Flandes Luis II, y obtuvo la excarcelación, pero no una condena o una absolución.
Marcel tomará un rol preeminente en ambas hermandades y ya en 1350 es mencionado como el preboste de la primera.
[38] La nobleza - debido a que las devaluaciones provocaban una disminución de sus rentas - y los comerciantes estaban interesados en mantener estable la moneda.
Ce qui se révèle difficile car il faudrait une administration capable de quantifier les revenus des contribuables.
[40] Encabezando las tropas que habían costeado los impuestos recaudados por los Estados el rey trató entablar combate con Eduardo de Woodstock - ocupado en una nueva chevauchée - y pudo atraparle en Poitiers.
El Príncipe Negro, impresionado por la actuación del monarca, se aseguró de que le recibieran con honores en Londres.
Finalmente Juan II, que contaba con un enorme prestigio, prohibió desde prisión la aplicación de la «gran ordenanza».
[62] Marcel optó por salvar al heredero, pues le subestimaba y pensaba que resultaría sencillo controlarle.
De hecho, Étienne Marcel nunca pudo controlarle por completo, aunque en estos primeros tiempos no tenía bastante poder como para oponérsele.
A Carlos no le quedó más remedio que aceptar el nuevo cambio institucional: serían nombrados cuatro nuevos asesores procedentes de la burguesía, y el gobierno y la economía pasaron a manos de los Estados.
El delfín continuó siendo regente, lo que permitía ignorar las exigencias de Juan mientras aún estuviera cautivo.
El príncipe estuvo apoyado por la nobleza de la parte oriental del reino, que intimidó a los representantes parisinos.
[66][67] Gracias a esta ayuda Carlos capturó Montereau y Meaux, bloqueando el acceso este de la capital.
Para costear estas operaciones se llevó a cabo una nueva devaluación monetaria y se recaudaron nuevos impuestos, lo que provocó el descontento popular y la disminución de la confianza en el gobierno de los Estados.
Unos 5.000 hombres se agruparon en torno al carismático líder Guillaume Carle, más conocido por el nombre que le atribuyó Froissart - Jacques Bonhomme.
Carlos había quedado apartado del poder por Étienne Marcel, que había creído controlar demasiado rápido al príncipe tras el asesinato de los mariscales, y deseaba retomar el control y demostrar al preboste que su apoyo militar era indispensable.
[77] No obstante, una considerable parte de la nobleza que había combatido a su lado contra los rebeldes decidió retirarle su apoyo, pues todavía estaba demasiado escandalizada por el brutal asesinato de los mariscales como para aliarse con los parisinos, y unirse a las tropas del príncipe.
No obstante, los arqueros ingleses contratados para proteger la ciudad eran considerados enemigos y pronto despertaron la animosidad del pueblo parisino.