[1] En 1307, tras la muerte de Juana I, reina titular de Navarra, su esposo Luis hizo un viaje relámpago a Navarra solo para asumir la herencia materna y celebrar la ceremonia del juramento regio para, con ello, apaciguar los ánimos entre las clases sociales navarras y reforzar la figura real en un territorio donde aun estaban cicatrizando las heridas abiertas durante la Guerra de la Navarrería.
Según un cronista, la reina y la princesa habrían sido sorprendidas en flagrante adulterio con dos jóvenes hermanos caballeros adscritos a la corte real: Felipe y Gualterio de Aunay.
A finales del mismo año 1314 moría Felipe IV, y le sucedía su hijo Luis (como Luis X), que aún seguía casado con Margarita.
Luis quiso enseguida que su esposa escribiese una carta en la que se declarara culpable de adulterio y traición; con esta confesión, el nuevo rey pretendía que el papa anulase el matrimonio de ambos y quedar así libre, pues deseaba casarse con Clemencia de Hungría y tener con ella un heredero.
Esta muerte resultó sospechosamente providencial para su esposo, que acabaría llevando a cabo sus planes matrimoniales con Clemencia.