La revuelta tuvo su foco en el valle del río Oise, al noreste de París.
Este apodo fue empleado por primera vez por el cronista medieval Jean Froissart, en su crónica de estos acontecimientos.
Con el propósito de establecer una monarquía controlada por la burguesía y el pueblo, Étienne Marcel le nombró regente y le obligó a que miembros de la burguesía entrasen a formar parte del Consejo Real.
Así mismo el gobierno y las finanzas pasaron a manos de los Estados Generales.
La nobleza había votado en Compiègne un nuevo impuesto para financiar la defensa del país, forzando al campesinado a pagar unos impuestos crecientes (por ejemplo, la taille) y a reparar sin compensación sus propiedades dañadas por la guerra.
Toda persona sospechosa de haber participado en la revuelta fue ahorcada sin juicio previo.
En el siglo XIX, el escritor Eugène Sue en su novela histórica Les mystères du peuple / Los misterios del pueblo escogió el nombre de Jacques Bonhomme para simbolizar al hombre humilde del campo y de las ciudades, en su lucha por conseguir libertades sociales y políticas.