En términos militares, fue una victoria para las tropas aliadas hispano-anglo-portuguesas, las cuales, numéricamente superiores, derrotaron a dos divisiones francesas.A tal fin se embarcó una gran fuerza aliada desde Cádiz a Tarifa y de allí hacia el norte para atacar las líneas francesas por la retaguardia, pero los franceses, bajo el mando del mariscal Victor, conocieron las maniobras de los aliados y prepararon una trampa.Las fuerzas conjuntas marcharon el 28 de febrero hacia Medina-Sidonia, al norte, y Lapeña ordenó a Begines que se reuniera con ellos en Casas Viejas.Lapeña envió un mensaje a Zayas advirtiéndole de la demora, pero este no recibió el informe.Lapeña rehusó perseguir la retirada de Villatte para evitar que este rodeara el Almansa y le cayera por detrás.Ordenó a tres escuadrones de dragones que rodearan la loma para tomar el camino de la costa, mientras Ruffin ganaba las alturas y Leval atacaba a Graham en el bosque.Los franceses ocuparon la loma sin oposición, como Victor había pretendido, y Ruffin colocó una batería de artillería en la altura.Entendiendo que las fuerzas aliadas corrían el peligro de verse rodeadas por los franceses, desobedeció las órdenes que tenía y volvió atrás para atacar la Loma del Puerco y defenderla del asalto de Leval.Tras este, Bushe con los portugueses cubrieron su retirada y se enfrentaron a los franceses hasta que la brigada de Wheatley formó en la orilla del bosque.El fuego francés diezmó a los británicos con unas pocas andanadas de su artillería e infantería.Tras tres descargas, estos se retiraron junto a la división en fuga de Leval.Las divisiones francesas huyeron hacia la Laguna del Puerco, donde Victor se ocupaba de detener la desorganizada fuga francesa y de desplegar los dos o tres únicos batallones ilesos para cubrir la retirada.Graham también puso orden en sus exhaustas huestes y las llevó, junto con la artillería de Duncan, contra los reorganizados franceses.El efecto de este golpe desmoralizó a los franceses, que se retiraron apresuradamente.El general Zayas le requirió repetidamente para dar apoyo a los británicos, pero Lapeña se negó.Tácticamente y en términos de bajas sufridas, la batalla fue una victoria para las tropas aliadas.Parece posible afirmar que si las fuerzas aliadas hubieran acosado a las francesas tras la batalla, o al día siguiente, el asedio de Cádiz habría podido ser levantado.Aunque Victor consiguió reagrupar su ejército, el pánico estaba generalizado en sus líneas.Victor había planeado contener cualquier avance aliado solo el tiempo suficiente como para destruir las fortificaciones asediadoras, evitando que cayeran en manos enemigas; pero era tal el desconcierto entre los franceses que, aunque los aliados no avanzaban, destruyeron una de sus baterías de artillería sin haber recibido la señal.Lapeña insistió en desoír los planes de Graham y Keats para avanzar contra los franceses en Chiclana, e incluso se negó a enviar jinetes exploradores para ver lo que hacía Victor.Estos aseguraron efímeramente Medina Sidonia y pronto regresaron a las montañas de Ronda.Tras la batalla, Lapeña tuvo que rendir cuentas por negarse a perseguir la retirada de las fuerzas francesas ante el Consejo de Regencia, el cual le ordenó que entregara su mando al general Zayas.
Retrato de
Thomas Graham
, tomado de la portada de su biografía por Alexander M. Delavoy, publicada en 1880.
Mapa de la batalla, de la
Historia de Europa
de Alison (1850).