Revolución de 1820

Dado que los países más afectados fueron los del sur de Europa (los episodios de otras zonas, como Alemania o Francia, fueron de mucha menor importancia), con España como epicentro de un movimiento que se extendió a Italia, Portugal[3]​ y Grecia; se le ha llamado ciclo mediterráneo por contraposición al ciclo atlántico que la había precedido en la generación anterior (las primeras revoluciones liberales o revoluciones burguesas, producidas a ambos lados del océano: la Independencia de Estados Unidos -1776- y la Revolución francesa -1789-).Las revoluciones de Portugal e Italia (especialmente en el Piamonte y en Nápoles) fueron las siguientes.La petición fue atendida y las cuatro potencias se comprometieron a retirar sus ejércitos respectivos antes del 30 de noviembre.Una muchedumbre rodeó el Palacio Real de Madrid el día 7 de marzo, y Fernando VII, viéndose acorralado, esa misma noche firmó un decreto por el que se sometía a «la voluntad general del pueblo», y dos días más tarde juraba finalmente la Constitución de Cádiz.[18]​ Con el ejercicio del poder por parte de los liberales, divididos entre moderados y exaltados, se desarrolló el período llamado Trienio Liberal (1820-1823), en que unas nuevas Cortes retomaron la obra legislativa gaditana, con el claro propósito de acabar con las bases económicas, sociales y políticas del Antiguo Régimen (desamortización, supresión de señoríos y mayorazgos, de la Inquisición, etc.)[19]​ Como ha destacado la historiadora italiana Silvia Sonetti, la Constitución de Cádiz, se convirtió «en un modelo y en una referencia para todo el continente europeo» ya que «abrió el camino a un recorrido constitucional y a una construcción nacional que no solo no se realizaba gracias a Napoleón, sino contra él, y desde una perspectiva no reaccionaria sino progresista».Así «se convirtió en el punto de referencia más importante para los movimientos liberales del primer tercio del siglo XIX en Europa» —«ponía en oposición la soberanía nacional con la legitimidad de la monarquía»—.[20]​ En Italia la experiencia española de 1808-1814 se convirtió en un ejemplo a seguir ya que no solo se había establecido un régimen liberal sino que se había puesto fin a la ocupación extranjera, una situación similar a la que después de 1814 vivía Italia bajo la hegemonía del absolutista Imperio Austríaco.Los sicilianos rechazaron la Constitución de Cádiz, alegando que no se adecuaba a sus instituciones seculares, pero lo que en realidad pretendían era independizarse del continente poniendo fin al Reino de las Dos Sicilias, constituido solo cuatro años antes, y recuperar la plena soberanía del Reino de Sicilia.En esto último radicaba la principal diferencia entre la revolución piamontesa y la napolitana: que aquella no solo pretendía instaurar una monarquía constitucional sino también liberar al reino vecino bajo dominio austríaco como primer paso para lograr la «Federación Italiana».La iniciativa la tomó un pequeño grupo de burgueses de Oporto que desde 1818 se reunían en una tertulia que era conocida como o Sinédrio (el Sanedrín) y cuyo líder era Manuel Fernandes Tomás.Este en cuanto conoció la noticia del triunfo de la Revolución en la vecina España, con cuyos liberales o Sinédrio mantenía contactos, hizo un llamamiento para seguir su ejemplo.Las elecciones se realizaron por sufragio indirecto en tres grados, que era la fórmula establecida por la Constitución española de 1812.Como esta, se basaba en la idea de la soberanía nacional y la limitación del poder del rey; las Cortes estaban constituidas por una sola Cámara de mandato bianual (aunque eran elegidas por sufragio universal directo, excluidos analfabetos, mujeres y frailes, y no por sufragio indirecto en tres grados como en la Constitución de Cádiz).[32]​ Las Cortes constituyentes reclamaron la vuelta del rey a Portugal y este acató la orden, tras prometer el 24 de febrero de 1821 que aceptaría la Constitución que las Cortes aprobasen, fuese cual fuese.Dejó como regente de Brasil al príncipe heredero don Pedro pero cuando llegó a Lisboa las Cortes no le reconocieron la autoridad para designar regentes y ordenaron el regreso de don Pedro a Portugal.Castlereagh hizo pública una dura nota en este sentido y el canciller austríaco Metternich le apoyó, ya que como aquél temía que el zar cruzara toda Europa al frente de sus ejércitos o que Francia impusiera su dominio sobre España (y sus colonias americanas, en pleno proceso de independencia).Así que, «Metternich pudo ordenar a su Ejército que cruzase el Po con las espaldas seguras y sin temor a las reacciones de Rusia y Francia».[41]​ El canciller austríaco les propuso a los revolucionarios piamonteses un acuerdo político pero estos lo rechazaron y finalmente el ejército austríaco, al que se unieron piamonteses realistas, derrotó a principios de abril en Novara al ejército constitucional que le salió al encuentro.El canciller Metternich propuso que se enviaran «Notas formales» al Gobierno de Madrid para que este moderara sus posiciones y pero el secretario del Despacho de Estado Evaristo San Miguel cuando las recibió las rechazó rotundamente por considerarlas una injerencia en los asuntos internos españoles ―los británicos se habían negado a enviar ninguna «nota» y se habían retirado formalmente del Congreso de Verona―.Finalmente el 19 de noviembre Austria, Prusia y Rusia se comprometieron a ayudar a Francia si esta decidía atacar a España pero «exclusivamente en tres situaciones concretas: 1) si España atacaba directamente a Francia, o lo intentaba con propaganda revolucionaria; 2) si el rey de España fuera desposeído del trono, o si corriera peligro su vida o la de los otros miembros de su familia; y 3) si se produjera cualquier cambio que pudiera afectar al derecho de sucesión en la familia real española».La legitimidad iba por primera vez a quemar pólvora bajo la bandera blanca [de los Borbones]… Cruzar de un salto las Españas, triunfar en el mismo suelo donde hacía poco los ejércitos de un hombre fástico [Napoleón] habían sufrido reveses, hacer en seis meses lo que él no había podido lograr en siete años, ¿quién hubiera podido aspirar a lograr tal prodigio?[50]​ Luis XVIII cumplió su compromiso y no invadió Portugal, pero la «expedición francesa de España» tuvo un enorme impacto sobre la política portuguesa hasta el punto que propició el fin de la revolución.[34]​ En Portugal el centro de la conspiración antiliberal estaba en la propia corte ya que la encabezada la esposa del rey Carlota Joaquina de Borbón, hermana del rey español Fernando VII, y contaba como «brazo ejecutor» con el infante don Miguel, segundo hijo varón de los soberanos.Al no contar con ninguna fuerza militar que las defendieran las Cortes se disolvieron y el rey tuvo que aceptar los hechos consumados y abolir la Constitución de 1822.Prometió que promulgaría una nueva ley fundamental, siguiendo el modelo de la Carta Otorgada de la monarquía borbónica francesa, que garantizaría «la seguridad personal, la propiedad y los empleos».[52]​ El rey nombró entonces un gobierno integrado por absolutistas moderados y liberales conservadores, lo que no agradó a su esposa, líder del absolutismo más radical, ni al infante don Miguel.Constantino, en todo caso, no deseaba la sucesión; se había casado en secreto con una plebeya polaca y había pactado su apoyo a su hermano Nicolás, renunciando a sus derechos en 1822.En Europa el levantamiento griego fue visto con mucha simpatía: nostalgia por la Antigüedad clásica entre la gente culta, simpatía por la religión cristiana frente a los otomanos musulmanes entre los conservadores y simpatía por la lucha por la libertad contra la opresión otomana entre los liberales y románticos, y por el auge de la idea del nacionalismo de aspiración de los pueblos con marcados rasgos identitarios a obtener un Estado propio.En 1822 parecía que los griegos iban a triunfar pero divisiones internas y la intervención del bajá de Egipto, Mehmet Alí, en apoyo del sultán otomano, dieron un giro a la situación.Grecia obtuvo la independencia al año siguiente, mientras que Francia, Gran Bretaña y Rusia firmaron el Protocolo de Londres, donde reconocían la soberanía griega del territorio además de ofrecer protección contra cualquier invasión turca.
Por liberal , de Francisco de Goya , uno de los dibujos del álbum D (1803-1824), [ 1 ] ​ finalmente no pasado a plancha como otros dibujos preparatorios de esta misma serie, que aparecieron en Los disparates (1815-1823). La interpretación de esta serie de grabados enigmáticos no es algo evidente, pero en general presentan distintos tipos de subversión contra la autoridad. [ 2 ]
El Congreso de Viena , por Jean-Baptiste Isabey , 1819. De pie a la izquierda, el anfitrión, el canciller austríaco Metternich . Sentado cerca de él el secretario del Foreign Office Castlereagh .
Manifestación de estudiantes durante el Festival de Wartburg de 1817.
Masacre de Peterloo , 16 de agosto de 1819
Rafael del Riego , cuyo pronunciamiento dio inicio a la Revolución española.
El general Guglielmo Pepe en el puente de la Magdalena que da entrada a la ciudad de Nápoles.
El conde Santorre di Santa Rosa, líder de la revolución liberal del reino de Piamonte .
Sesión de las Cortes de Lisboa de 1822.
Entrada de Fernando I de las Dos Sicilias en Nápoles rodeado de sus aliados austríacos en marzo de 1821.
La familia real francesa. De izquierda a derecha: Carlos, el conde de Artois , hermano del rey y heredero al trono; el rey Luis XVIII ; Maria Carolina, duquesa de Berry ; María Teresa, duquesa de Angulema ; Luis Antonio, Duque de Angulema ; y Carlos Fernando, Duque de Berry . El duque de Berry, segundo hijo varón del conde de Artois y tercero en la sucesión al trono, fue asesinado en París el 13 de febrero de 1820 (cuando Riego estaba recorriendo Andalucía intentando que triunfara su pronunciamiento ). El duque de Angulema, segundo en el orden de la sucesión como primogénito del conde de Artois, será el escogido por Luis XVIII para comandar la « expedición de España »
En príncipe Miguel entra a caballo en el Palacio de Bemposta , durante la Vilafrancada .
Asesinato del duque de Berry , 13 de febrero de 1820.
Concentración de los decembristas en la plaza del Senado de San Petersburgo, 14 de diciembre de 1825.
La matanza de Quíos , cuadro de Delacroix sobre un hecho sucedido el 11 de abril de 1822.