Los tres poderes de Europa Oriental fueron representados, además, por sus ministros de Relaciones Exteriores: Austria por el príncipe Metternich, Rusia por el conde Juan Capodistria y Prusia por el príncipe Karl August von Hardenberg.
El Reino Unido objetó, en principio, a la sugerida acción concertada contra los liberales napolitanos, y por consiguiente no envió plenipotenciarios, pero estuvo representado por Robert Stewart, vizconde de Castlereagh, su embajador en Viena.
Francia tampoco, había dado poderes plenarios a sus representantes, aunque su política estaba menos claramente definida.
Así, desde el principio del congreso, estuvo claro que la división entre las potencias orientales y occidentales de Europa estaba creciendo.
Se decidió reiniciar las pláticas en el Congreso de Laibach el siguiente enero.