Cien Días

Napoleón había permanecido durante once meses en un intranquilo retiro en Elba entre 1814 y 1815, observando con mucho interés el transcurso de los acontecimientos en Francia.La situación en Europa no era menos peligrosa; las demandas del zar Alejandro I eran tan desorbitadas que las potencias en el Congreso de Viena se hallaban en pleno pleito.Una vieja anécdota sirve como ejemplo ilustrativo del carisma y la personalidad de Napoleón: su ejército se enfrentaba a las tropas enviadas por el rey para detenerle; los hombres de cada bando formaban en líneas y se preparaban para disparar.Firmado Napoleón», que expresaba el sentir en la capital desde antes de la llegada del emperador.Napoleón no se dejó engañar por el entusiasmo que despertaba en las provincias y en París.Para poder llevar a cabo estas promesas, primero debía terminar con el miedo que provocaba en las grandes potencias.En Elba, tal como indica sir Neil Campbell, se convirtió en una persona inactiva y con sobrepeso.Los monárquicos de la Vandea se rebelaron más tarde, causando también un problema mayor, pero la dificultad central estaba en la Constitución.Posteriormente se presentaron nuevos motivos para la ofensa, y Napoleón les advirtió en su último comunicado que no imitaran a los griegos del antiguo imperio, quienes se enzarzaban en sutiles discusiones mientras el enemigo llamaba a sus puertas.En Santa Elena, el emperador había comentado a Gaspard Gourgaud que pretendía disolver las cámaras tan pronto como hubiera conseguido la victoria.De hecho, solo las armas podían decidir su destino, tanto en los asuntos exteriores como internos.Ninguna potencia europea creía que pudiera contentarse con los antiguos límites de Francia.Cuatro días más tarde, el Reino Unido, Rusia, Austria y Prusia se comprometían a aportar 150 000 hombres al combate para terminar con su gobierno.A la mañana siguiente, la batalla de Wavre terminó con una victoria francesa que ya no servía para nada.Al llegar a París, tres días después de Waterloo, Napoleón aún mantenía la esperanza de preparar una resistencia nacional, pero el ambiente en las cámaras y en la opinión pública en general le impidió llevarla a cabo.Cuando Lucien le presionó para que se atreviera a tomar la iniciativa dictatorial, le replicó: «Ya me he atrevido demasiado», sobre todo ante la amenaza de guerra civil entre bonapartistas, realistas e incluso republicanos.Napoleón, sin embargo, nunca llegó a América, sino que, bloqueado por la Marina Real, tuvo que rendirse al HMS Bellerophon el 15 de julio, esperando asilo político en el Reino Unido, pero fue enviado al exilio en la isla de Santa Elena.
«El Gran Pilar del Triunfo», un cartel satírico sobre el regreso de Napoleón desde Elba del caricaturista británico J. Gillray .
La batalla de Waterloo , por Clément-Auguste Andrieux (1852).