Juan Enríquez

Durante los reinados de Enrique III y de Juan II de Castilla el monarca contaba con ocho confesores, y su cometido no se limitaba a asesorar al rey en asuntos espirituales, sino también en temas políticos, ya que en aquella época, como señaló el historiador Guillermo Fernando Arquero Caballero, la separación entre ambos «estaba mucho menos» definida que en épocas posteriores.

[9]​ Y el historiador Óscar Villarroel González afirmó que en el nombramiento de fray Juan Enríquez como obispo de Lugo debió ser decisivo el apoyo de la Corona castellana, ya que el nuevo prelado había sido confesor del rey Enrique III y miembro del Consejo Real y había sido uno de los más estrechos colaboradores del difunto monarca en lo tocante a la reforma de los franciscanos, aunque también debió influir en su designación el hecho de que en su testamento, Enrique III hubiera solicitado que se rogase al papa que a fray Juan Enríquez se le encomendara el gobierno de alguna diócesis.

[41]​ Además, entre 1409 y 1410 fray Juan formó parte esporádicamente del Consejo Real, ya que en julio de 1409 formaba parte del de la reina Catalina de Lancaster y suscribió junto a esta última y otros miembros del mismo un documento.

[9]​Y en su testamento, que no ha llegado hasta nuestros días, fray Juan Enríquez cedió buena parte de sus bienes,[45]​ aunque otros afirman que le legó todos sus bienes muebles y raíces,[46]​ al convento de Santa Clara la Real de Toledo,[45]​ que estaba muy vinculado a la familia real castellana debido a que dos hijas ilegítimas de Enrique II habían profesado en él como religiosas aportándole una generosa dote.

[65]​[68]​[c]​ El sepulcro, que según algunos autores es una de las obras escultóricas más destacadas del convento de las clarisas de Toledo,[69]​ era al principio exento y estaba colocado en el centro del coro, aunque fue posteriormente alojado en un arcosolio del mismo recinto[70]​ hasta que a finales del siglo XX fue devuelto a su emplazamiento original.

Sobre la tapa del sepulcro está colocada la estatua yacente que representa al difunto, cuya cabeza, cubierta con una mitra que revela su condición episcopal, descansa sobre tres almohadas adornadas con motivos geométricos y vegetales.

[72]​ El difunto aparece portando un báculo[73]​ y revestido con alba, dalmática, sobrepelliz[d]​ y casulla, que están esculpidas con tal minuciosidad que según algunos autores se aproximan a «calidades pictóricas patentes», y el yacente lleva a modo de cíngulo un cordón franciscano que, además de estar colocado sobre el resto de las demás prendas litúrgicas,[51]​ contrasta profundamente con ellas[72]​ debido a que no era costumbre entre los obispos que sus estatuas yacentes les representasen con el hábito de su orden, y en el caso de este prelado su pertenencia a la de los franciscanos únicamente es mostrada a través del cordón de esa orden,[74]​ que también contribuyó a que este sepulcro fuera atribuido a fray Juan Enríquez.

Y a los pies del obispo aparece un perro, como símbolo de fidelidad, que tiene la cabeza girada hacia el difunto y el cuello sujeto con una cadena.

[76]​ Además, en el dedo anular de su mano derecha el yacente lleva un Anillo pastoral, que era uno de los atributos más destacados cuando un obispo quedaba consagrado como tal, aunque también era un símbolo de su autoridad, y en su mano izquierda lleva un manípulo que termina en un fleco dorado.

[76]​ En la peana del sepulcro están colocados ocho leones y los escudos de armas del obispo, que consistían en un «cuartelado con cruces de brazos iguales en negro sobre blanco y castillos en rojo sobre oro»,[52]​[e]​ que también está colocado en los laterales del sepulcro correspondientes a los lados de la cabeza y de los pies.

Retrato imaginario del rey Enrique III de Castilla. José María Rodríguez de Losada . ( Ayuntamiento de León ).
Retrato imaginario del rey Juan II de Castilla. José María Rodríguez de Losada . ( Ayuntamiento de León ).
Fachada principal de la catedral de Lugo .
Vista general de la ciudad de Toledo.
Sepulcro del arcediano Rodrigo Enríquez , hermano o hermanastro de fray Juan Enríquez, en la catedral de Palencia .
Escudo de armas del infante Enrique de Castilla el Senador, hijo de Fernando III, que es idéntico al del obispo fray Juan Enríquez.