Juana Enríquez (abadesa)

Su padre, Alfonso Enríquez, era hijo ilegítimo del rey Enrique II, quien le entregó los condados de Noreña y de Gijón y otros señoríos, como el de Cabrera y Ribera,[14]​ de Ribadesella, Villaviciosa, Nava y Laviana, entre otras, Cudillero, Luarca y Pravia, las dos Babias y la tierra de Argüellos, y estaba casado con Isabel de Portugal, que era hija ilegítima del rey Fernando I de Portugal.

[2]​[17]​ Juana Enríquez fue destinada a la vida religiosa, al igual que muchos «hijos bastardos» en esa época, y profesó como religiosa en el convento de Santa Clara la Real de Toledo, del que en esos momentos eran abadesas las hermanas Inés e Isabel Enríquez, que eran tías carnales de Juana e hijas ilegítimas del rey Enrique II.

[18]​ Su tía Inés Enríquez fue abadesa del convento de Santa Clara la Real entre 1393[19]​ y 1443,[20]​ año aproximado de su muerte,[21]​ y conviene señalar que el extenso periodo de tiempo en que desempeñó dicho cargo fue, según la historiadora María Luisa Pérez de Tudela, el de su «máximo esplendor», ya que a la protección que los reyes Juan I, Enrique III y Juan II de Castilla otorgaron al mismo se sumaron otros privilegios y exenciones otorgados por los papas o por las autoridades eclesiásticas, así como las numerosas donaciones de particulares que el convento recibió en bienes inmuebles, raíces, ornamentos y otros objetos destinados a las ceremonias religiosas.

Algunos autores afirman que Juana Enríquez fue la abadesa del convento de Santa Clara la Real de Toledo «al menos» entre los años 1447 y 1471, año aproximado de su muerte,[18]​ pero María Luisa Pérez de Tudela afirmó que el primer documento en que aparece desempeñando ese cargo data de 1445, y que en 1465 ya era abadesa del cenobio María Ramírez de Guzmán,[23]​ aunque todos ellos coinciden en que en los documentos Juana siempre era mencionada como «doña Juana, hija del conde Alfón»,[6]​ o «donna Iohanna, fija del conde don Alfonso, abadesa del monesterio de Santa Clara de la muy noble çibdad de Toledo».

[18]​ La historiadora María Luisa Pérez de Tudela afirmó respecto a la abadesa Juana Enríquez que:[23]​Juana Enríquez falleció hacia 1471 cuando ya era nonagenaria,[18]​ y hay constancia de que en 1489, en un documento en el que se la llama Juana de Lodeña e identifica específicamente como hija del conde Alfonso Enríquez y de Inés de Soto de los Infantes,[2]​[17]​ la abadesa del convento de Santa Clara la Real de Toledo, María Carrillo, cedió a Diego de Miranda, que era pariente lejano de Juana y nuevo jefe de la familia Miranda, todos los bienes que Juana heredó de sus padres y probablemente entregado al cenobio del que fue abadesa,[a]​ aunque lo cierto es que esos bienes los había recibido muy probablemente Juana de su madre, Inés de Soto, ya que estaban situados en tierras asturianas y leonesas y dentro del «área de influencia de los Miranda», y no en la zona donde se localizaban mayoritariamente los señoríos de su padre, el conde Alfonso Enríquez, a quien le fueron confiscados todos los suyos a finales del siglo XIV por su hermanastro, Juan I de Castilla, y «definitivamente» en 1393 por el hijo del anterior, el rey Enrique III.

Torre de Villanueva en Grado, propiedad de los Miranda