En tierras leonesas, poseyó el señorío de Cabrera y Ribera, las dos Babias, así como la tierra de Argüellos, territorios ambos colindantes con Asturias y que le permitían una posición muy cómoda, al poder moverse entre Asturias y León sin salir de su territorio.
Para sellar el tratado, se acordó el matrimonio del conde de Noreña con Isabel, hija bastarda del rey Fernando I de Portugal.
[11] Los esponsorios tuvieron lugar en abril de ese mismo año en Santarém.
Alfonso se unió a las tropas castellanas para la guerra contra Navarra.
Ante esto, tuvo que intervenir el mismo Enrique II prohibiendo a su hijo recaudar en los concejos que no le eran propios y devolver lo tomado indebidamente.
[15][16] Sin embargo, el conde de Noreña persistió en su planes y preparó una nueva sublevación.
En 1383 Juan I descubrió nuevos tratados del conde de Noreña con el rey de Portugal y se vio obligado a acudir a Asturias con urgencia.
Gijón era una auténtica fortaleza natural; amurallada desde tiempos romanos y situada sobre una península, la única entrada a la ciudad era a través de un pasillo de arena que se borraba en la pleamar, con lo que un ejército sitiador tenía muy pocos puntos por los que acceder a la ciudad.
El rey puso sitio a Gijón durante varios meses, pero como el asedio se prolongaba y el invierno se les echaba encima, Alfonso Enríquez y Enrique III decidieron firmar una tregua de seis meses, durante la que someterían sus diferencias al juicio de Carlos VI de Francia, que, a petición del conde Alfonso, prorrogaría la tregua otros seis meses.
Transcurrido el tiempo, Carlos VI no dio un dictamen definitivo, aunque recomendó al conde que depusiera su actitud y se sometiera al rey de Castilla.
[1][30] Sin embargo, el matrimonio no se consumó hasta unos años después.
[64] En la documentación del reinado de Enrique III, y pocos años después de su defunción, se confirma la presencia del conde Alfonso en Bayona durante varios años.