El castillo-palacio de Noreña fue una casa fuerte española situada en esta localidad asturiana, capital del concejo homónimo (Asturias).
Fue heredad de los señores y condes de Noreña, pasando a manos de Enrique de Trastámara y su hijo bastardo Alfonso Enríquez, que residieron y se refugiaron en el mismo odurante sus rebeliones contra la Corona.
Volvió definitivamente a manos del obispado tras la derrota de Alfonso Enríquez en el cerco a Gijón de 1395.
Fue cárcel de Francisco de Santullano en 1522, y se mantuvo en pie hasta bien entrado el siglo XIX, si bien en el siglo XVIII parte de la torre y su muralla ya se habían caído.
Aunque se conoce perfectamente su ubicación, no puede determinarse su planta y mucho menos el alzado.