Cerca del final de su temporada, el teatro regalaba entradas para incrementar la audiencia.
Aunque fracasó y se retiró después de once funciones,[10] dio lugar a un nuevo encargo del teatro, esta vez para una ópera de larga duración para la que Henri Meilhac y Ludovic Halévy proporcionarían el libreto.
No hay una edición definitiva y existen diferencias entre los musicólogos sobre qué versión representa las verdaderas intenciones del compositor.
[27] En el acto primero es un simple paisano alineado musicalmente con Micaela; en el segundo, muestra una mayor dureza, resultado de sus experiencias como prisionero, pero está claro que al final del acto su enamoramiento por Carmen ha llevado sus emociones fuera de control.
[40] Según consta, Bizet despreciaba la música que escribió para Escamillo: «Bueno, pidieron estiércol y lo obtuvieron», se dice que comentó sobre la canción del torero, pero, como comenta Dean, «la trivialidad radica en el personaje, no en la música».
Una vez que han entrado todas las mujeres en la fábrica tras finalizar el descanso, don José se queda solo hasta que llega Micaela, le da a José una carta y un beso de su madre («¡Parle-moi de ma mère!»), en un dúo que llega a la culminación con «Ma mère, je la vois... o souvenirs d'autrefoi» («Mi madre, yo la veo... Oh recuerdos de otros tiempos»).
Después, sigue su camino hacia Granada vitoreado por todos los presentes, mientras en la taberna sólo quedan los contrabandistas, Carmen y el dueño del local.
Los contrabandistas parten para transportar sus mercancías mientras las mujeres distraen a los funcionarios de aduanas locales.
El placer de José por conocer al torero se convierte en ira cuando Escamillo declara su enamoramiento por Carmen.
Zúñiga, Frasquita y Mercedes se encuentran entre la multitud que espera la llegada de los toreros («Les voici!
Mientras José hace su última súplica, Carmen arroja con desdén el anillo que le dio e intenta ingresar a la arena.
[27] Bizet, que nunca había visitado España, buscó material étnico apropiado para dar un auténtico sabor español a su música.
[27] La habanera de Carmen se basa en una canción idiomática, «El arreglito», del compositor español Sebastián Iradier.
[g] Este motivo, tocado con clarinete, fagot, corneta y violonchelo sobre trémolo de cuerdas, concluye el preludio con un crescendo abrupto.
[51] Esta acción provoca en José un apasionado solo en la mayor que, según sugiere Dean, es el punto de inflexión en su caracterización musical.
[31] El segundo acto comienza con un breve preludio, basado en una melodía que José cantará fuera del escenario antes de su próxima entrada.
[35] Una escena festiva en la posada precede a la entrada tumultuosa de Escamillo, en la que los metales y la percusión brindan un respaldo destacado mientras la multitud canta.
[52] El quinteto que sigue es descrito por Newman como «de incomparable brío e ingenio musical».
[57] La parte media del acto la ocupan Escamillo y José, ahora reconocidos como rivales por el favor de Carmen.
La música refleja sus actitudes contrastantes: Escamillo sigue siendo, dice Newman, «invenciblemente cortés e irónico», mientras que José es hosco y agresivo.
[64] En septiembre se hizo un acercamiento a Marie Roze, muy conocida por anteriores triunfos en la Opéra-Comique, la Opéra y en Londres.
[67] En ese momento, se creía generalmente que ella y el compositor estaban teniendo una relación amorosa durante los meses de ensayo.
Sin embargo, se casó y abandonó los escenarios por completo en 1876, rechazando los considerables incentivos en efectivo de Mapleson para regresar.
[80] En su presentación inicial en la Opéra-Comique, Carmen provocó poco entusiasmo público; compartió teatro durante un tiempo con el mucho más popular Réquiem de Verdi.
[81] Carmen se representaba a menudo ante salas medio vacías, incluso cuando la dirección regalaba un gran número de entradas.
[83] Después de la representación final, Carmen no volvió a ser vista en París hasta 1883.
La exitosa producción de Her Majesty's Theatre, cantada en italiano, tuvo una acogida igualmente entusiasta en Dublín.
La ópera encontró una especial aprobación en Alemania, donde el canciller, Otto von Bismarck, aparentemente, la vio en veintisiete ocasiones diferentes y donde Friedrich Nietzsche opinó que se «convirtió en un mejor hombre cuando Bizet me habla»[86][87] y la consideró como una respuesta latina a la estética wagneriana.
[88] Carmen también fue aclamada en numerosas ciudades provinciales francesas, incluidas Marsella, Lyon y, en 1881, Dieppe, donde Galli-Marié volvió al papel.
[91] Disfrutó de un éxito similar en otras ciudades estadounidenses y en todas partes del mundo, en muchos idiomas diferentes.