Távora creció en un barrio popular, el Cerro del Águila, en medio de las dificultades económicas y culturales que siguieron a la guerra civil española.
Satisface su afición al toreo saltando por las noches las tapias del matadero municipal, y apadrinado por Rafael Gómez "El Gallo", Távora adquiere cierto prestigio como matador de novillos, en particular en las plazas de toros de Ubrique, Utrera y La Maestranza sevillana.
[nota 1][2] En esa época Salvador vivió "experiencias de comunión entre el riesgo y el arte" que luego se reflejaron en su lenguaje teatral.
Años después, estas canciones o cantes corales: Campesinos tristes, Segaores, Andalucía la que divierte, entre otras, vieron la luz, grabadas por diversos grupos y cantantes, contribuyendo a crear una conciencia andaluza e intentando rescatar la imagen seria de Andalucía.
Távora es reconocido y respetado en su tierra y en los ámbitos internacionales del teatro, por su comprometido trabajo en la búsqueda de la identidad histórica de su país y por las positivas e imprevisibles respuestas que puedan provocar sus productos en el campo social del arte.