La utilización del timbal como «arma emocional» en batallas y desfiles se mantuvo hasta bien avanzado el siglo XIX.
Luego, ya avanzado el período barroco, Johann Sebastian Bach escribió una cantata secular titulada Tönet, ihr Pauken!
El siguiente innovador fue Hector Berlioz, primer compositor en indicar las baquetas exactas a utilizar (madera, cobertura de fieltro, etc).
Sin embargo, mientras los parches se construyeron en pergamino, la afinación automática resultaba difícil, ya que no podía predecirse la exacta variación de tensión en el material.
Frecuentemente, durante pasajes difíciles, debe bajarse el instrumento al suelo sobre patas extensibles, para permitir una ejecución convencional.
Sun Ra los ha usado ocasionalmente en su Arkestra, por ejemplo con el percusionista Jim Herndon en las canciones «Reflection in Blue» y «El Viktor», ambas grabadas en 1957.
Los construidos en cobre pueden tener una superficie muy lisa, pulida a máquina, o bien presentar un gofrado muy pequeño.
Hablando estrictamente, un timbal de Dresde tiene el pedal fijado al costado del instrumento, y el intérprete puede tener dificultades para moverlo.
Muchos profesionales utilizan también este tipo de timbales para giras o audiciones al aire libre.
Aunque es mucho menos utilizado que el timbal a pedal, este sistema tiene aplicaciones prácticas.
La varilla se construye por lo general en madera, que puede ser de bambú, abedul, arce, cerezo, pecán o palosanto.
Ocasionalmente se usan baquetas con cabezal de madera desnuda, por ejemplo para efectos especiales en música barroca.
Si bien no es común indicarlo en la partitura, los intérpretes suelen cambiar de baqueta varias veces incluso durante una misma obra musical.
Desde la segunda mitad del siglo XX esta disposición se ha vuelto casi estándar, comprendiendo timbales de 75, 66 y 61 cm.
Sin embargo, cuando un timbalero es nombrado como tal en una orquesta profesional, no interpretará otros instrumentos de percusión.
Para un toque normal, el intérprete golpeará el parche aproximadamente a 10 cm (centímetros) del borde, produciendo el sonido resonante y redondo asociado comúnmente al timbal.
Un «redoble» se logra golpeando rápidamente el parche en forma alternativa con la baqueta izquierda y derecha.
La calidad tonal del timbal puede alterarse cambiando de baqueta o ajustando la afinación.
En un redoble, se suele intentar mantener las baquetas lo más cercanas posible entre ellas para lograr un sonido estable y uniforme.
Existen muchas variantes en la técnica que los intérpretes pueden aplicar para crear diferencias de timbre.
Béla Bartók escribió un pasaje «a ser tocado en el borde del parche» en su Concierto para violín.
Esto se hace para lograr que cada punto del parche quede afinado exactamente a la misma nota.
Los timbaleros que no poseen oído absoluto deben ayudarse con un diapasón o incluso con una nota emitida por otro instrumento durante la misma obra.
Muchos timbaleros profesionales prefieren afinar de oído, y confían en los calibres solo si es absolutamente necesario.
Los glissando más efectivos son aquellos que van de notas graves a agudas, y mejor aún si se hacen mediante redoble.
El Nocturno de Benjamin Britten contiene un pasaje cromático aun más largo utilizando esta misma técnica.
El intérprete debe amortiguar o silenciar los sonidos para que su duración coincida con la indicada por el compositor.
El método normal para silenciar un sonido es colocar las yemas de los dedos sobre el parche, sosteniendo la baqueta entre el índice y el pulgar.
Los intérpretes deben desarrollar una técnica que les permita hacer esto sin producir ningún tipo de ruido.
La amortiguación puede mencionarse como «sordina», aunque el uso correcto de este término se aplica a la interpretación con dispositivos agregados para disminuir el volumen.