En años recientes, algunas de ellas han retomado el nivel internacional, pero la mayoría sigue siendo más interpretada en Gran Bretaña que en ningún otro sitio.
[10][nota 3] Con solo diez años compuso la música para una obra de teatro escrita e interpretada por sus hermanos, música que cuarenta años más tarde reorganizaría, con cambios menores, y sería orquestada como las suites tituladas La varita de la juventud (The Wand of Youth).
The Musical Times escribió: «Esta experiencia práctica demostró ser de gran valor para el joven músico.
[...] Llegó a conocer íntimamente el tono del color, los detalles de estos y muchos otros instrumentos».
[20] Sus amigas cercanas fueron una constante fuente de inspiración durante toda su vida: a Helen Weaver la siguieron Mary Lygon, Dora Penny, Julia Worthington, Alice Stuart Wortley y finalmente Vera Hockman, quien amenizó sus últimos años.
A consecuencia tuvo que aparecer, violín en mano, para aceptar el aplauso genuino y caluroso de la audiencia».
Durante dicho periodo escribió sus primeras obras litúrgicas siguiendo la tradición católica, comenzando con tres motetes Op.
[24][25] Hizo todo lo posible para que su marido obtuviera la atención de la influyente sociedad, aunque con éxito limitado.
[28] Como regalo de bodas, Elgar le dedicó la breve pieza para violín y piano Salut d'Amour.
En esa época, anterior a la aparición de las partituras reducidas y las grabaciones, no era fácil para los jóvenes compositores conocer la nueva música.
[32] Diana McVeagh la describe en Grove Dictionary of Music and Musicians como «su primera gran obra, la segura y sin inhibiciones [Obertura] Froissart».
The Black Knight (El caballero negro, 1892) y King Olaf (El rey Olaf, 1896), ambas inspiradas en la obra de Henry Wadsworth Longfellow, The Light of Life (La luz de la vida) y Caractacus (Carataco) fueron éxitos modestos, pero le valieron que Novello and Co.
[35] En 1899, a la edad de 42 años, escribió su primera gran obra orquestal, las Variaciones Enigma, estrenadas en Londres bajo la dirección del eminente director alemán Hans Richter.
La palabra «enigma» aparece en los primeros seis compases de la obra, lo que llevó a la versión familiar del título.
[nota 12] Varios comentaristas observan que aunque Elgar es recordado como un compositor inglés característico, su música orquestal tiene muchos puntos en común con la tradición musical de Europa central, tipificada en aquel tiempo por Richard Strauss.
[1][2] Las Variaciones Enigma fueron muy bien recibidas en Alemania e Italia[41] y se mantienen en la actualidad como un elemento básico de conciertos en todo el mundo.
En 1903, se quejó a Jaeger, «Mi vida es un continuo abandono de las pequeñas cosas que me encantan».
Elgar se negó, pero habría colaborado con George Bernard Shaw si este hubiera estado dispuesto a ello.
Elgar y Reed entablaron una gran amistad, que duró el resto de la vida del compositor.
[74] La obra fue, según los parámetros normales, un éxito, con veintisiete actuaciones en los tres años posteriores a su estreno, pero no alcanzó el «furor» internacional de la Primera sinfonía.
Incluso Landon Ronald, el director de orquesta a quien estaba dedicada la segunda, confesó en privado que no podía «entender un pepino»,[77] aunque el musicólogo Percy Scholes escribió de Falstaff que era una «gran obra», pero «teniendo en cuenta la apreciación del público, un relativo fracaso».
[107][108] Comenzó a trabajar en una ópera, The Spanish Lady (La dama española), y aceptó un encargo de la BBC para componer una Tercera sinfonía.
[113][114] Elgar comenzó a componer cuando todavía era un niño y durante toda su vida se basó en sus primeros cuadernos de bocetos para sus temas e inspiración.
[2] Las obras orquestales compuestas durante los años siguientes en Worcestershire incluyen la Serenata para cuerdas y Tres danzas bávaras.
[125] Entre los dos conciertos Elgar compuso el estudio sinfónico Falstaff, con opiniones divididas incluso entre los más fuertes admiradores del compositor.
[2] Las tres obras a gran escala siguen el modelo tradicional con secciones para solistas, coro y ambos juntos.
Incluso en 1908, en The Observer, un crítico hostil, impresionado por el material temático de la Primera sinfonía, calificó la orquestación como «magníficamente moderna».
Su música se identificaba en la mente del público con la era eduardiana y, después de la Primera Guerra Mundial, ya no parecía un compositor progresista o moderno.
[...] Elgar es históricamente importante por dar a la música inglesa un sentido de la orquesta, por expresar lo que se sentía al vivir en la época eduardiana, por conferir al mundo por lo menos cuatro obras maestras sin reservas y, por lo tanto, la restauración de Inglaterra como reconocida nación musical».
Construida en 1946 y retirada del servicio en 1964, le cambiaron su nombre original por el de «Sir Edward Elgar» en 1957.