Antígono I Monóftalmos

Juzgándolo demasiado anciano para acompañarle en sus conquistas, Alejandro lo dejó a cargo de Frigia, (333 a. C.), que administró durante diez años.

Esta, a quien desposó hacia el 340 a. C., era hija del «rey» Korragos,[6]​ de Lincéstide o Oréstide y estaba emparentado con los primeros argéadas.

Un sofista de nombre Teócrito —no el poeta bucólico del mismo nombre— fue condenado a muerte por compararlo con un cíclope, según Plutarco.

[15]​ El largo gobierno de la Frigia Mayor le permitió emplear sus dotes militares, diplomáticas y políticas.

Aprovechando el fallecimiento de Crátero, intentó imponer su tutela al rey, deficiente mental, y atizó un levantamiento contra Antípatro.

Este episodio fue una muestra más de que en Macedonia el ejército escogía en última instancia al soberano.

[35]​ La mala relación entre Antígono y Casandro resultó fatal: ninguno estaba dispuesto a ceder protagonismo al otro.

Por entonces, sin embargo, Antípatro no podía permitirse enemistarse con Antígono, por lo que llevó a cabo la maniobra, en la práctica provocativa para con este, con delicadeza.

Antígono avanzó a continuación hacia Persia, mientras que el ejército real se adelantaba para hacerle frente y lo encontró en Paraitacene.

La batalla de Paraitacene (finales del 317 a. C.) acabó sin un vencedor claro y Antígono volvió a Media.

Unas semanas después, Antígono decidió retomar las operaciones y marchó velozmente contra las fuerzas aún dispersas del enemigo atravesando la meseta desértica iraní.

Así, por ejemplo, Peucestas, al que debía la victoria sobre Eumenes, perdió pese a ello el gobierno Persia, donde contaba con simpatías.

Antígono acudió luego a Babilonia para ajustar cuentas con Seleuco, que había actuado en su propio beneficio; este huyó de la ciudad.

Antígono, imitando en esto el pragmatismo de Alejandro, no tuvo reparos en entregar puestos clave a persas.

[57]​[nota 20]​ Se hizo inevitable el enfrentamiento entre Antígono y Ptolomeo, si bien aquel preparaba una campaña para apoderarse de Grecia.

Además tenía en su poder al rey legítimo y vínculos con la dinastía argéada en virtud de su matrimonio con Tesalónica.

[60]​ La lucha se desató en Grecia en el 315 a. C., mientras Antígono estaba todavía cercando Tiro, plaza fuerte de su contrincante Ptolomeo.

También lo hizo Poliperconte y el hijo de este, Alejandro; nombró al primero strategos del Peloponeso, donde se había refugiado.

Sin embargo, Antígono no pudo apoderarse de Egipto por el acoso al que le sometía Seleuco.

Antígono, sin embargo, reaccionó de inmediato y Demetrio se dirigió al punto a Asia Menor.

Esta serie de asesinatos extinguió la dinastía argéada y con ella desapareció el último impedimento para que los diádocos se proclamasen reyes.

Finalmente Ptolomeo pactó con Casandro y volvió a Egipto hacia el 308 a. C. Antígono aprovechó que Seleuco estaba ocupado en la frontera oriental de su imperio, combatiendo con Chandragupta Maurya en torno al 308 a. C., para apoderarse del objeto esencial de sus ambiciones: Grecia y Macedonia.

En este caso pretextó que la ciudad no le había ayudado en la campaña contra Egipto para atacarla.

Demetrio tuvo que abandonar el dilatado cerco de Rodas porque Casandro había reanudado las hostilidades en Grecia.

Las negociaciones entre ellos del 304 a. C. llevaron a la firma de una nueva liga contra el viejo rey (tenía por entonces casi ochenta años).

[69]​ Las fuerzas estaban, empero, equilibradas dado que la inmensidad y la riqueza del reino de Antígono le permitieron reunir efectivos considerables, más o menos iguales a los setenta u ochenta mil soldados que sus enemigos llevaron a Ipsos.

Esto requería tiempo y a ello se debió el audaz plan que pusieron en marcha: una defensa enconada en Europa frente a Demetrio mientras en Asia Lisímaco trataba de sorprender al enemigo común y seguido de unos parlamentos que les permitiesen agrupar sus dispersos ejércitos.

Demetrio venció además a los refuerzos que Casandro le había enviado al mando de su hermano Pleistarco.

[nota 22]​ Continuando con la costumbre adoptada al final del reinado de Alejandro, Antígono llegó a ser venerado en vida como un dios.

En Atenas le fue otorgado el título de soter (salvador), y contaba con un sacerdote consagrado a su figura.

Asia Menor en la época de los diádocos .
Los reinos de Antígono y sus rivales en torno al 303 a. C.
Los reinos de los diádocos en 301 a. C., tras la derrota de Antígono en Ipsos:
Seleuco Ptolomeo Lisímaco Casandro Epiro