Culto heroico griego

Sin embargo, para el periodo histórico la palabra había pasado a significar específicamente un hombre muerto, venerado en su tumba o en un santuario llamado heroon, gracias a que su fama en vida (como fundador de la ciudad, como héroe civilizador o como guerrero) o su forma inusual de morir le otorgaba el poder de apoyar y proteger a los vivos.

Además, este culto se desarrolla principalmente en las ciudades-estado: sigue siendo desconocido en Creta o en Tesalia.

En sitios como Lefkandi,[2]​ se encuentran ruinas que sugieren que se habían empezado a representar copiosas ofrendas a tales «héroes» en los túmulos, incluso si sus nombres difícilmente eran conocidos.

Según Robin Lane Fox, se empezaron a narrar historias para identificar a las personas que ahora se creía estaban enterradas en tales sitios viejos e imponentes,[3]​ y tales historias de origen dieron forma al culto heroico.

El culto griego a los héroes era diferente a la veneración ancestral: suelen ser un asunto más cívico que familiar, y en muchos casos ninguno de los seguidores eran descendientes del héroe.

Por otra parte también era distinto al culto romano a los emperadores muertos, ya que no se creía que el héroe había ascendido al Olimpo o se había convertido en dios: estaba bajo tierra, y su poder era puramente local.

En el culto, los héroes se comportaban de forma muy diferente a como lo hacían en la mitología.

El heroon es un santuario privado o improvisado para un héroe o un dios; en Los Caracteres de Teofrasto, una persona supersticiosa es descrita como aquella que construye un pequeño santuario, un heroon, tras reconocer una señal divina de Sabacio.

Culto de Edipo en un ánfora pseudo-panatenaica Lucania , h. 380-370 a. C., Museo del Louvre (CA 308).